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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Salitre: la historia visual de un piso patera

Lola Hierro

Libros de los habitantes. / Juan Valbuena

Esta es la historia de un piso patera del barrio de Lavapiés, en Madrid. Ya no existe, pero hubo un tiempo en el que allí vivieron hasta 12 hombres, todos senegaleses, todos migrantes, todos irregulares y en precario. Un día de 2009 el fotógrafo Juan Valbuena andaba por el barrio, inmerso en la producción de un libro que le había sido encargado. Y llegó a ellos. "Entré en esta casa y me di cuenta de que sólo en ella se podía hacer un trabajo entero porque a esos chicos les gustaban mucho las fotos y a mí también. Les dije: 'Si os parece bien voy a venir aquí y vamos a hacer algo sólo nosotros'", relata el autor durante una entrevista en su estudio fotográfico de Madrid.

Cinco años después ha nacido Salitre, un proyecto visual formado por 13 libros: 12 fueron hechos por los habitantes de esa casa utilizando sus fotos, dibujos y textos propios o documentos más un último volumen a cargo de Valbuena que muestra cómo es fue esa vivienda, cómo se vivió en ella, qué objetos contenía... Todo un ejercicio de libertad. "Salitre es una experiencia de edición y fotografía compartida porque lo más importante es el proceso: ha sido un proyecto de 13 personas" indica el también miembro del colectivo NOPHOTO. El nombre, ese y no otro, es el mismo que el de la calle donde se ubicaba esta particular vivienda.

Al principio, ni el propio autor sabía qué hacer. "Yo quería usar su material y, aprovechando que había una convocatoria en curso para solicitar unas becas de La Caixa destinadas a proyectos culturales de impacto social, les dije: ‘Vamos a preparar un dossier y, si nos la dan, vamos a trabajar juntos y a cobrar todos, seremos coautores’. Cuando empezamos a prepararlo me di cuenta de que ellos necesitaban trabajar sobre algo concreto y no tenían un espacio físico para hacerlo, así que opté por dar a cada uno un libro de 16 páginas en blanco".

En este momento, Valbuena extrae de una caja algunos de los libros originales, los que sus autores llenaron con sus fotos y sus textos durante mucho tiempo. "Cinco años de proyecto y 16 páginas… Tuvieron tiempo para pensar muy bien qué ponían. Durante el proyecto trabajaron intensamente y pasaron muchas cosas mientras tanto: a uno lo deportaban, a otro se le perdía el libro, luego lo encontraba…”. El resultado es “salvaje”, en palabras de este editor.

Algunos ejemplares se perdieron para siempre y sus dueños tuvieron que empezar de nuevo. Otros que también se extraviaron fueron encontrados tiempo después y han llegado hasta hoy. Otros presentan salpicaduras de alguna salsa o guiso indeterminado, y en todos se han prendido numerosas fotos con celo y con grapas que aún las sostienen, a pesar de que ya han transcurrido cinco años. En ellas, hermanos, hijos, novias, esposas… Y los protagonistas, los autores, que en su mayoría han decidido mostrarse. "Muchos usaron el proyecto para recordar a los que echan de menos. Otros son más políticos y lo usan de manera reivindicativa, otros son más festivos… Pero, en general, lo usan para recordar a quienes extrañan".

Los 12 hombres que participaron en el proyecto guardan mucho en común: todos son senegaleses y todos salvo Dauda, que entró en Europa con una beca de estudios, llegaron a España de manera irregular, la mayoría en patera. "Ellos salieron de los primeros porque vivían en pueblos costeros, tenían vínculos con el mar. Son personas con familia allí normalmente, hijos a los que no conocen o han conocido al cabo de un tiempo. Y jóvenes, aunque ya van teniendo sus años". Destaca el trabajo de Bamba, que optó por escribir. "Su texto es increíble, cuenta lo mal que olemos los blancos. Cuando entra por Tenerife y le van a recoger los de la Cruz Roja, alucina. Él hizo tres dibujos y un texto sobre su viaje hasta Madrid". Como él, casi todos llegaron en la oleada de cayucos de 2006, subraya Valbuena mientras enseña una de esas ilustraciones, a doble página, en el que representó la patera en la que vino con todo detalle: los motores, el espacio destinado a los menores, a los senegaleses, a los gambianos, a los enfermos… Cada uno tiene un lugar en el que colocarse dentro del cayuco, no es un orden casual.

Uno de los ejemplares que más enternece es el de Assane, que optó por pegar a las páginas su certificado de asistencia a un curso de español en el que aún se lee que se desenvuelve bien. El idioma, entonces y ahora, es una herramienta indispensable para salir adelante en la hostil Europa que recibe a los migrantes. Lamine, otro de ellos, optó por escribir en francés. Daouda, que llegó solo siendo muy joven, en solitario también aparece en todas las imágenes. Y Djibril, muy interesado en integrarse, en ser uno más, destaca fotos suyas con amigos españoles.

La manera de trabajar en un piso de 50 metros cuadrados contando con el patio que cobija a 12 hombres resulta imprevisible. Unos tardaron menos y otros más y, cuando terminaban, se les pagaba. "Yo iba todos los martes con la impresora, el escáner, rotuladores, celo… Súper cargado. Y trabajaban los que estaban en la casa. Tú veías cómo lo iban haciendo, casi siempre en solitario: se iban escondiendo unos de otros para escribir porque algunos usaron estos libros para contar cosas personales de las que habitualmente no hablan y allí no tenían un espacio íntimo para hacerlo". Del fracaso, por ejemplo, un hecho muy difícil de asumir para un migrante que ha dejado su vida y su familia atrás, ha recibido en muchos casos los ahorros de su gente para buscar la prosperidad para todos y se ha jugado hasta la vida para conseguirlo. "Por eso hacen esos ejercicios de autorrepresentación, que son fascinantes, como montarse en motos que no son suyas y fotografiarse. Eso lo hemos hecho todo, empezando por los españoles en Suiza. Durante esa época les costaba asumir su situación, aunque poco a poco han ido aceptándola y lo bonito es que hoy están mejor, se sienten más útiles para sus comunidades".

El propósito de realizar un proyecto tan inmenso y tan largo es poner caras y nombres a un sector de nuestra sociedad que se siente una masa indeterminada a ojos de los de aquí, que se siente invisible porque físicamente no les distinguimos pero tampoco nos preguntamos quiénes son o por qué han hecho un viaje tan arriesgado. "Incluso para mí al principio eran los africanos del bajo. Eran 12 negros metidos en un piso súper oscuro, y quise individualizarlos". Así, utilizan sus libros para posicionarse, para reivindicarse a sí mismos uno a uno. "A mí me usaron para eso, éste era el doble juego: aunque yo era el editor, en esta ocasión mi trabajo era el de no editar. Si me preguntaban '¿qué foto pongo?’ yo les decía: ‘la que tú quieras".

El proyecto terminó en 2012, al mismo tiempo que la vida en el piso patera, porque fue desalojado debido a que, aunque los chicos estaban pagando el alquiler, el dueño había dejado de abonar las cuotas de la hipoteca. "La última noche hicimos una cena típica y luego sacamos todo de la vivienda, que estaba llena de cosas. Sólo dejaron unos cuantos objetos que yo reproduje en el estudio. Es como arqueología contemporánea".

La época que documenta Salitre fue muy dura y ellos, por tanto, fueron muy críticos. Todos querían volver a casa y pensaban que el viaje no había merecido la pena. "Creían que Europa les había engañado. Ahora van buscándose la vida: venden cosas, cuidan a personas, realizan oficios varios".

Y del trabajo de Valbuena nace el libro 13, el que explica todo. "Lo preparé durante un año porque me di cuenta de que había que explicar el contexto. Entrevisté a cada uno, conté quiénes son y sus historias…". Finalmente, Salitre vio la luz en 2014, cuando la convivencia de los 12 integrantes del piso patera era solo un recuerdo. Ese mismo año, el fotógrafo intentó localizar a sus protagonistas. "Encontré a todos menos a uno. Hay cinco que siguen viviendo juntos cerca de Lavapiés, otros en diversas provincias, tres o cuatro en Italia, donde conseguir los papeles antes era más sencillo que en España… Tres cuartas partes de ellos, aproximadamente, tienen documentación que han conseguido de diversas maneras y algunos incluso pueden salir y entrar de nuevo en España, así que van de visita a su país de vez en cuando".

Aunque los libros fueron oficialmente finalizados en 2014, siguen vivos y en plena evolución, del mismo modos que las vidas de los protagonistas. "Ahora mismo se podría hacer otro trabajo entero con el material que ellos suben a las redes sociales, pues ellos no han parado esa contínua creación", sostiene Valbuena, a quien le gustaría utilizar ese material para hacer una puesta al día para la exposición que planea realizar en 2016 con la obra. Mientras, los 12 compañeros de aquel piso patera de Lavapiés siguen viviendo, siguen haciendo sus fotos y siguen autorepresentándose. No podemos dejar de hacerlo ninguno de nosotros, y ellos tampoco.

FICHA TÉCNICA

Salitre-juan-valbuena
Salitre
es un proyecto editado por Juan Valbuena que ha sido financiado y desarrollado por Fundación La Caixa y la editorial PHREE. Se puede adquirir desde este enlace.

Comentarios

Bravo por ampliar las fronteras del mundo. Lavapíes es encuentro de culturas. gracias a los que te inspiraron y a ti por creer en tu tierra y en la de ellos. Felicitaciones.
Bravo por ampliar las fronteras del mundo. Lavapíes es encuentro de culturas. gracias a los que te inspiraron y a ti por creer en tu tierra y en la de ellos. Felicitaciones.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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