En educación, las cuentas no salen
Caso real. A punto de terminar el grado en Psicología, después de cuatro años, me dispongo a valorar las opciones para cursar el famoso “+1” exigido por el llamado Plan Bolonia; esto es, el máster. Primera sorpresa: ningún máster dura un año, son mínimo año y medio (algunos dos). Segunda sorpresa: un requisito para inscribirse es tener en posesión el título oficial que me darán una vez terminado el curso en julio de este año. El problema está en que la mayoría de las fechas de inscripción para esos másteres acaban en mayo. O sea que, de facto, tendremos que esperar un año para poder cursar este curso de capacitación laboral imprescindible. Sin valorar otros inconvenientes como las altas tasas, la escasez de plazas o unos criterios de selección cuanto menos sorprendentes, el famoso “+1” se ha convertido en un “+3”. Lógicamente, por la presente solo quiero expresar mi frustración. Es evidente que ni por asomo espero que nadie tome una medida correctiva al respecto.— Javier Bardón Treceño.
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