_
_
_
_
Porque lo digo yo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rajar

Hablar, hablar, hablar. Nos encanta. Y criticar, más todavía

María Porcel
Jared Leto y Taylor Swift en los Globos de Oro de 2014.
Jared Leto y Taylor Swift en los Globos de Oro de 2014.Instagram

Hablar, hablar, hablar. Nos encanta. Y criticar, más todavía. Cortar trajes de este y después de aquel. Mandarle un mensaje al de al lado sobre el que está enfrente. Otear. Bichear. Criticar por criticar, que diría Fangoria. Simple, barato y catárquico.

Si criticamos a los malos, aún nos gusta más regodearnos en el triunfo de los buenos. De los sobresalientes. Murmurar sobre ese jefecillo mediocre que parece disfrutar amargando vidas como si de pomelos se tratase resulta liberador, hasta comprensible. Parece calmarnos especialmente el darle duro a ese perfecto desconocido que acaba de llegar con su curriculum impecable, sonrisa 24/7 y camisas planchadas que ni de tintorería.

Cuanto más alto saltamos en la ecuación estratosférico-desconocido, más nos cebamos. ¿Por qué no criticar la incipiente barriguita, jijijaja, de Leonardo DiCaprio, él, que nunca va a venir a hablar de la nuestra? Con las mujeres los ejemplos rozan el sonrojo. Quien no haya hablado de fajas petadas, chichas excesivas, pelos chamuscados y escotes calentorros que tire esa piedra.

De ahí que ver a Jared Leto, otra de esas estrellas criticadas hasta el hastío (que si pelos, que si kilos, que si novias) meterse con Taylor Swift y su trabajo, sea el colmo. Sí señores, bienvenidos a esta manifa pro-Taylor Swift. "Iuuu, qué horror, la odio", dirán tantos. ¡Si es que es facilísimo! Igual de sencillo que vender un millón de discos en un semana, ganar un millón de dólares al día o reinventarse como icono de las redes y el pop (siéndolo ya del country) con 25 años. Ajá.

Todo un clásico español. Envidias reconvertidas en odios absurdos. Qué mal se nos da admirar. Somos más de ir contra la faja. Y, disculpen el topicazo, así nos va.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_