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Belleza según el Corán

El mercado de la cosmética ‘halal’ está al alza. Valorado en 22.000 millones, las grandes firmas de maquillaje empiezan a dirigirse a las musulmanas

Una clienta prueba productos de Wardah Cosmetics.
Una clienta prueba productos de Wardah Cosmetics.Instagram

Yasmin Salem, la joven y entusiasta dueña de Matsurah, un salón de belleza pegado a la mezquita de la M-30 de Madrid y el único de España orientado a mujeres musulmanas, está encantada porque pronto podrá incorporar a su carta de servicios la manicura completa. Hasta ahora lo que ofrecía era "masaje y diseño de uñas" pero no lacado porque todos los esmaltes que existen en el mercado impiden que traspase el agua y por lo tanto "hacen que el rezo no sirva para nada", como explica Salem. Una musulmana practicante tendría que quitarse el pintauñas cinco veces al día para poder lavarse bien las manos y purificarse antes de cada rezo. Por eso, muchas se hacen la manicura completa tan solo cuando tienen el periodo o acaban de tener un hijo y están exentas de las plegarias. Ahora, la empresaria ha descubierto varios proveedores de esmaltes halal que sí se ajustan a las necesidades de sus clientas. "Son casi como una pegatina, parecidos a los que se venden para niñas", cuenta.

Los pintauñas son solo una muestra de un mercado creciente, el de la cosmética con certificado halal. El portal Business of Fashion publicó recientemente un completo informe que calculaba que los musulmanes gastan unos 43.000 millones de euros en productos de belleza, lo que supone un 6,78% del mercado global. Se espera que la cifra crezca hasta rozar los 69.000 millones en 2019. El mercado halal está valorado ahora en unos 22.000 millones pero se calcula que crecerá hasta los 42.000 en menos de un lustro.

¿Qué hace que un cosmético se pueda considerar halal? Los requisitos son incluso más complejos que en el caso de los alimentos. Los productos no deben contener restos de animales, y, lo que es más importante en el caso de la belleza, que el porcentaje de alcohol sea mínimo, según cuenta Hilene Galán, directora comercial del Instituto Halal, entidad con sede en Córdoba que se encarga de expedir los certificados a cualquier empresa española que quiera fabricar productos aptos para el consumo musulmán. Esto frenó recientemente a una empresa de cosmética que quería hacerse con el sello halal, pero no conseguía reducir la cantidad de alcohol sin encarecer la gama. Además, el instituto se asegura de que todo el proceso de producción, almacenamiento, empaquetado y transporte siga un canal propio, sin cruzarse con materias haram, prohibidas por el Corán. Por último, y cómo se hace con las empresas de cualquier sector, se certifica que el fabricante "esté constituido legalmente, cumpla con sus obligaciones tributarias y tenga contratados correctamente a sus trabajadores".

Puesto que la oferta es aún muy reducida, en parte por el coste añadido que supone seguir estos preceptos, muchos consumidores musulmanes optan en su lugar por cosméticos bio o naturales. En el salón de Yasmin Salem, por ejemplo, los tintes de pelo contienen extracto de té y keratina y no están testados con animales. "Hasta vienen en cartón reciclado", dice. "Siempre buscamos productos que sean saludables para el ser humano y para el ecosistema".

A pesar del sobrecoste, los grandes competidores en la industria de la belleza han empezado a entrar en ese mercado. Shiseido obtuvo un sello halal en 2012 para vender en el mercado vietnamita y ha creado incluso una empresa específica, Za, para Malasia, donde el islam es la religión oficial. Estée Lauder y el conglomerado Colgate-Palmolive también cuentan con algunos productos certificados. Sin embargo, de momento son marcas-nicho las que copan el mercado, como la india Iba Halal Care o Amara, que vende en Estados Unidos.

En España "se cuentan con los dedos de una mano" las empresas de belleza halal, según la directora del citado instituto, pero se trata de un sector al alza. El primer sello lo obtuvo no hace mucho Laboratorios Válquer, una firma de Toledo que fabrica productos de cosmética y para peluquería profesional. Su gerente, José Luis Cerrillo, cuenta que tardaron unos dos años en cumplir con todos los requisitos y lo más complicado fue desarrollar fórmulas que no llevaran componentes haram: "Al principio los técnicos dijeron que era imposible, pero se logró". Ahora, su intención es expandirse en Asia y Oriente Medio y atender al mercado doméstico musulmán. Buenas noticias para las clientas del Matsurah.

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