Galliano tiene un plan
Ya ni sale a saludar tras los desfiles, pero el polémico diseñador ha relanzado Margiela, la firma donde asume más responsabilidades
En una industria tan cargada de símbolos como la moda, hay un abismo entre dos gestos tan sencillos como salir a saludar o no después de un desfile. John Galliano fue responsable de las puestas en escena más fastuosas de la pasada década durante sus años como director creativo de Dior. Sin embargo, las presentaciones de sus dos últimas colecciones para Maison Margiela, la firma de la que es director creativo desde hace un año, han carecido de lo que en su etapa anterior fue un sello de identidad claro: su presencia física, recibiendo el aplauso del público.
En una palabra: “prudente”. Así describe la proyección pública de Galliano en los últimos meses el escritor David Foy, autor de Galliano: Fashion’s Enfant Terrible (Unicorn Press, 2015), la biografía más reciente del diseñador. “De momento parece que tenemos un Galliano más contenido y respetuoso por fuera, pero también más humilde en lo personal”, declara Foy. Tras la devastación sufrida por la imagen pública del diseñador gibraltareño, después ser grabado profiriendo insultos antisemitas en 2011 y consecuentemente expulsado de Dior, la histórica maison donde trabajaba desde 1996, la cautela se ha revelado como una estrategia previsible y acertada.
No era tan previsible, sin embargo, que su nueva etapa al frente de Maison Margiela cosechara resultados positivos desde el principio. A principios de octubre, Renzo Rosso, presidente del grupo empresarial Only The Brave, propietario a su vez de Maison Margiela, afirmaba en una entrevista al diario especializado Women’s Wear Daily que la entrada de Galliano en la firma no solo ha sorteado con habilidad el rechazo inicial del público (solo uno de los 350 puntos de venta de la firma decidió rescindir su contrato tras el nombramiento), sino que las ventas de Maison Margiela han aumentado un 30% desde entonces. También afirmaba que el diseñador británico asumirá la dirección de las colecciones masculinas de la firma en 2016 (actualmente son responsabilidad del equipo de diseño interno), la creación de un nuevo perfume femenino en 2017 y el refuerzo de su línea de complementos.
No solo las cifras hablan. También los críticos más respetados, como Alexander Fury, que en julio escribía en The Independent que el resurgir creativo de Galliano en Maison Margiela “es fascinante, en parte porque resulta inesperado”. Las colecciones de alta costura y de prêt-à-porter femenino presentadas en París en julio y septiembre parecen haber devuelto el sello personal a una firma nacida como plataforma de experimentación conceptual en 1988 y que había perdido fuelle creativo tras la marcha de su fundador, el belga Martin Margiela, en 2008.
“No creo que Galliano vuelva a ser el enfant terrible de sus años en Dior, cuando los presupuestos del grupo LVMH [propietario de Dior] permitían un extraordinario despliegue de teatralidad, pero es cierto que ha sabido fusionar su estilo con el de Maison Margiela”, razona David Foy. Afirmaba Renzo Rosso en la entrevista mencionada que Galliano pasa el tiempo absorto en su trabajo, “perfeccionando con sus propias manos cada idea y cada boceto”. Despojado de artificios, Galliano ha firmado recientemente piezas que ponen de manifiesto su mayor afinidad con Margiela: la capacidad de crear prendas intrigantes cargadas de guiños y juegos de significado.
Tampoco ha concedido grandes entrevistas desde 2013, cuando inició el fin de su ostracismo a instancias de la directora artística de Condé Nast, Anna Wintour, con una estancia en el taller de Óscar de la Renta y una serie de encuentros públicos bajo la supervisión del rabino Barry Marcus, responsable de la rehabilitación de su imagen ante la comunidad judía. El más reciente de estos actos de contrición tenía lugar en Londres el pasado mes de junio. “Ya no culpo a nadie más que a mí mismo por lo que sucedió”, afirmaba. “Soy alcohólico y adicto, pero he aprendido a sobrevivir”. Las segundas oportunidades no son frecuentes en el mundo de la moda, pero todo indica que Galliano está sabiendo aprovechar la suya.
Dior, una 'maison' aquejada de estrés
Puede que se trate de un cambio en la industria o, simplemente, de agotamiento físico y creativo, pero el anuncio, el 22 de octubre, de que Raf Simons abandonaba su puesto como director creativo de Dior ha puesto de manifiesto una vez más el cambio de paradigma en un sector dominado por el darwinismo empresarial y la capacidad de adaptación. Simons ha pasado tres años en el cargo, exactamente la quinta parte del tiempo que su antecesor, John Galliano, trabajó para la firma francesa. La misma correlación de tiempos —tres años frente a 15– ilustra la diferencia entre los reinados de Alexander Wang y Nicolas Ghesquière en Balenciaga. Esta misma semana, el anuncio de que Alber Elbaz se despedía de la histórica casa Lanvin tras 14 años ponía sobre la mesa una de las quejas más recurrentes entre los profesionales del sector: el estrés.
No es nada nuevo y, de hecho, fue Christian Dior quien le otorgó carta de naturaleza en 1947, cuando revolucionó la alta costura parisina al decidir que cada temporada debía traer una silueta radicalmente distinta. También fue una de sus primeras víctimas: en 1957, fallecía de un ataque al corazón ocasionado por sus frecuentes cambios de peso y por lo que el modisto definía como “la responsabilidad de cargar con la subsistencia de 900 personas sobre mis hombros”. Hoy, el ritmo de trabajo del fundador de la marca –dos colecciones al año– resulta casi balsámico en comparación con las seis colecciones anuales que Simons controlaba, amén de supervisar líneas de cosmética y complementos.
“No soy el tipo de persona a la que le guste trabajar tan rápido”, declaraba Simons a la periodista Cathy Horyn meses antes de su salida de Dior. La exigencia de resultados a corto plazo, la irrupción de nuevos mercados y la inmediatez tecnológica parecen motivos razonables de su marcha. Y en el sector existe la impresión de que dos cambios de era (de Galliano a Simons, y de Simons a su sucesor) son demasiados para un espacio temporal tan corto. Es cierto que existe expectación por conocer al próximo director creativo de Dior, pero ya pocos esperan a un nuevo Galliano. Y eso ilustra la evolución más reciente de la industria.
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