¿Militarizamos el deporte?
El triunfo de la selección española de baloncesto en el campeonato europeo que concluyó el domingo pasado ha llenado de satisfacción, como es lógico, a los seguidores españoles de este deporte de masas. Los diarios deportivos, y los generalistas, como EL PAÍS han dedicado crónicas encendidas a narrar las proezas de Pau Gasol y de sus compañeros. Los artículos más encendidos fueron los que narraron el triunfo de España en semifinales contra Francia, en el partido celebrado en Lille. En esas crónicas se utilizaron términos como revancha, afrenta, o alusiones a la rendición del contrario que han alarmado a algunos lectores.
Paloma González me envió un mensaje, alarmada por una crónica que apareció en la edición digital, del 18 de septiembre, firmada por Robert Álvarez, y titulada España: La selección más odiada del público francés.
Esta lectora reproducía el comentario que había dejado al pie del texto en la web del diario:
"''La selección más odiada del público francés'.....he leído el suelto sólo por lo llamativo del título. Entiendo que para hacer este tipo de crónica no se le pida ni un mínimo de madurez cívica. Espero que entienda que los términos odio, enemigo, etcétera deben desterrarse de los relatos incluso políticos o bélicos ¡Cuánto más en un contexto deportivo! Ya está bien de aprovechar que vuela una mosca para crispar a las masas en lugar de encauzar positivamente las energías. Y añadía: Creo que los tiempos que estamos con tanta agresividad en los reallity y en todo el entorno noticioso, están exacerbando cualquier anécdota y sólo vende fomentar la crispación. Pero no sé si realmente es el mundo que queremos construir por encima de procurar la supervivencia de las empresas ante ‘el dios mercado’.
Robert Álvarez, firmante de la crónica aludida que envió desde Lille, donde cubrió junto a otros compañeros de EL PAÍS el Eurobarket, me ha enviado el siguiente mensaje de respuesta:
Intento no ser maximalista con ese tipo de informaciones. Pero ciertamente no fuero uno ni dos sino miles de personas las que pitaron reiteradamente a los jugadores e incluso al himno, aunque ciertamente en mucha menor medida. También hubo grupos insultando a coro a los españoles. La realidad es así de cruda y repito fueron miles y miles. Pero en cualquier caso, estoy de acuerdo en que el titular en cuestión debió ser menos agresivo y contundente. Se pudo decir lo mismo pero sin tal beligerancia. Desde luego no es mi intención exacerbar ese tipo de actuaciones y cuando aplaudieron a Gasol por su gran partido ante Polonia y Grecia lo puse de manifiesto.
No ha sido la señora González la única lectora sorprendida por el tono de las crónicas del Eurobasket. Otro lector, Armando Montesinos Blanco, remitió la siguiente carta de protesta que el director me ha hecho llegar:
Quiero expresar mi sorpresa y descontento con el tratamiento dado a la victoria de la selección española de baloncesto sobre la francesa en la página 29 del sábado 19 de septiembre. Emplear un encabezamiento como España siempre devuelve las afrentas, y utilizar términos como venganza o verdugo en lo que no es sino una competición deportiva me parece no sólo fuera de lugar, por los supuestos valores que el deporte parece encarnar, sino reflejo de una ideología, la del nacionalismo como enfrentamiento entre países, y por tanto entre personas, que nunca pensé encontrar en las páginas de este periódico.
El autor de esta crónica era Faustino Sáez, redactor de Deportes de la redacción de Madrid al que he trasladado esta queja.
Asociar por defecto términos como afrenta o venganza a una ideología nacionalista me parece cuando menos exagerado, responde Sáez. Además de la épica que requiere el relato de determinadas gestas deportivas, los propios protagonistas de la selección española de baloncesto utilizaron, antes y después de su partido ante Francia, esas mismas palabras para expresar el sentir del grupo ante el recuerdo de la victoria francesa que tuvo lugar hace un año en los cuartos de final del Mundial en Madrid –El partido será una guerra, afirmó el capitán, Felipe Reyes, casi como parte del tópico de los enfrentamientos de máxima rivalidad-".
"Precisamente por tratarse de una competición deportiva como refiere el lector, me atrevo a decir que ni los jugadores ni desde luego yo al escribir sobre su victoria usamos esas frases con ninguna connotación política. En el caso de los protagonistas tiene más que ver, sin duda, con el orgullo competitivo y en el mío con el intento de reflejar sus sensaciones con la mayor fidelidad posible.
Añade Sáez: En el contexto de ese partido y en otro de los artículos publicados esos días, Carlos Jiménez, miembro de la selección campeona del mundo en 2006, me explicaba lo siguiente: ‘El sentimiento de revancha no siempre se utiliza a nivel global, pero sin duda cada uno lleva dentro sus historias e intenta que la contabilidad quede equilibrada en su carrera deportiva. (…) Siempre competimos desde el respeto deportivo pero hay cosas que sientes. Hay que levantarse de las derrotas, resolver afrentas y ganar pequeñas batallas para que luego cuando algún día llegue la que piensas que es inalcanzable estés preparado’".
"No obstante, ante la reacción de rechazo que pueden generar estos temas, expreso mis disculpas ante quien haya malentendido esas expresiones y se haya sentido molesto por entenderlas grandilocuentes o fuera de lugar. Y reitero mi intención de emplearlas con mesura como he venido haciendo hasta ahora.
También Cayetano Ros, actualmente responsable de Deportes, me ha explicado en conversación telefónica que no es partidario de utilizar términos incendiarios como sí han hecho los rotativos deportivos. Aunque recuerda, eso sí, que el deporte es confrontación y cuando entran en juego las selecciones nacionales suele producirse un deslizamiento patriótico y emocional más fuerte de lo normal.
Me alegra que haya lectores tan sensibles a un lenguaje que tiene mucho de bélico, efectivamente. Y comprendo que les desagrade. No obstante, hay abundante literatura sobre la conexión entre el deporte de masas y el sentimiento nacional de los países. Los Juegos Olímpicos, las competiciones internacionales a las que concurren las selecciones de los diferentes países (Mundiales de baloncesto, fútbol, Copa Davis en tenis y un largo etcétera) en infinidad de disciplinas deportivas, son vistas como un despliegue simbólico de las habilidades de cada país. La pugna que se establece entre las naciones participantes por ver quien encabeza el medallero de los Juegos Olímpicos, la profusión de banderas en los desfiles de esta máxima demostración del espíritu deportivo; la ceremonia de imposición de medallas, con himno nacional del país del ganador incluido y banderas ondeantes de las tres naciones a las que pertenecen los que suben al podio; todo ello demuestra claramente que las competiciones deportivas están construidas en buena medida para desplegar el orgullo nacional, cuando se ganan, y la búsqueda del desquite futuro, cuando se pierden. Y no me parecen errados los que sostienen que representan una especie de válvula de escape para los sentimientos, a menudo poco elevados y hasta peligrosos, que provoca la rivalidad entre los países.
Por esa razón conviene no elevar el tono agresivo en las crónicas deportivas y escoger con cuidado los adjetivos, El titular, "España: La selección más odiada por el público francés" habría mejorado sustituyendo 'odiada' por 'temida', por ejemplo.
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