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Tentaciones
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La Inglaterra obrera (y cabreada) suena así

Jason Williamson ha pasado por toda clase de trabajos basura. Ahora lidera Sleaford Mods, dúo alimentado por la rabia de la working class empobrecida. Hoy tocan en Madrid y mañana en Barcelona.

“¿Que de qué he trabajado? Veamos: guardia de seguridad, vendedor de ropa, chef, obrero en una fábrica, mozo de almacén…” Jason Williamson, inglés de Nottingham, 45 años, es working class hasta el tuétano, y está orgulloso de ello. El pasado mes de octubre dejó colgado su último empleo, de asesor de ayudas en el gobierno local, para dedicarse por primera vez a algo que le gusta: la música. Desde 2007 está al frente de Sleaford Mods, dúo que completa Andrew Fearn y con el que ha conseguido canalizar la rabia y la frustración de años de trabajos alienantes y mal pagados, de pubs como única escapada de la realidad y de una sociedad, la británica, en la que la clase obrera es ridiculizada cada vez más. Ahora puede permitirse algo más que “una barra de Mars y una lata de cerveza”, como contaba el año pasado a The Guardian, pero no por eso está menos cabreado.

Una base sencilla y tensa, a medio camino entre el punk y el rap, y una voz que vomita letras sobre la miseria cotidiana con una mezcla de amargura e ingenio cómico son las armas que les han servido Sleaford Mods para destacar en medio de la uniformada escena británica actual. Williamson venía de formar parte de grupos de rock que nunca llegaban a ninguna parte. “Me daba por culo su falta de visión”, recuerda. “La mayoría de bandas son víctimas del mito del pasado”. En 2006 descubrió que podía canalizar todo su odio en una manera de cantar a medio camino entre el hip hop y el spoken word. “Fue como decir "¡eureka!" Nunca lo olvidaré. Fue el principio de mi salida del agujero en el que estaba”. Él consiguió utilizar esa frustración para algo creativo, para evitar “destruirte a ti mismo en el pub, o con las drogas”. Aunque también sabe algo de ambas cosas.

2014 fue el gran año de Sleaford Mods. Su disco Divide and Exit consiguió por fin atraer a un público más numeroso y comenzaron a tocar en más países. Su paso por el festival Villamanuela de Madrid fue recibido como una revelación, quizás por lo básico y crudo de su directo: un portátil en el que Fearn le da al play para soltar las bases instrumentales, y un Williamson que se desgañita, baila, bebe y suda hasta darlo todo. “Si no me dedicase a la música, seguramente haría otra cosa creativa”, explica. “Lo necesito como respirar”. Es su vía de escape. “Acabamos de trabajar y nos vamos a beber. Compramos objetos sin sentido. Y seguimos haciendo cosas así. Darse cuenta de la muerte lenta que vivimos es la clave, pero… ¿cuándo no lo ha sido? Es importante darse cuenta de los mecanismos del poder que nos controlan para agitar nuestra ira. Pero mucha gente no lo hará. A mucha gente le parece bien su suerte”.

Desde que adquirieron cierta notoriedad, Sleaford Mods también han abrazado la polémica. Williamson no es de los que se calla, y su objetivo favorito (además de los políticos) han sido las estrellas de rock, sobre todo las que han olvidado sus raíces obreras. Pese a ser un antiguo fan de Oasis, acusó a Noel Gallagher de “tener las manos manchadas de sangre desde el punto de vista creativo”. El de Manchester, siempre dispuesto a una buena gresca verbal, respondió con contundencia: “son solo dos tíos, uno de ellos claramente mal de la cabeza. ¿Manos manchadas de sangre? Lo que tengo es champán en la bañera”. Williamson no se intimida cuando se le pregunta por él: “está como una puta cabra y se está buscando una buena hostia. Ese comentario no tenía sentido. Le han metido dinero líquido en vena. Está jodido”.

"Madonna es una demente, como la mayoría de las megaestrellas".

Tampoco le ha encontrado ninguna gracia a los recientes comentarios de Madonna sobre Margaret Thatcher, la propulsora del desmantelamiento de la clase obrera británica. La Ciccone colgó en su Instagram una foto de la exprimera ministra alabando su figura como “rebelde”, para retirarla más tarde tras las quejas de muchos fans. “Esas superestrellas está fuera de la realidad”, explota Williamson. “La miseria económica o la persecución no han afectado a sus vidas durante años, décadas. Madonna es una demente, como la mayoría de las megaestrellas”.

En los últimos días Williamson ha seguido de cerca el proceso electoral británico, y a buen seguro hoy no estará muy contento con la victoria de David Cameron. Sin embargo, sus horizontes van más allá de la disputa entre partidos. “Por supuesto hay muchas cosas que podrían mejorar para los trabajadores” cuenta. “Los salarios, el coste de la vida… Pero, ¿quién quiere trabajar? Cuanto más mayor me hago creo más en que la humanidad debe alcanzar su verdadero potencial, y estoy seguro de que en ese potencial no hay espacio para trabajos despersonalizados y promesas de mejores condiciones”.

Sleaford Mods actúan hoy en Madrid (El Sol, dentro de la programación de Sound Isidro) y mañana 9 de mayo en Barcelona (CCCB, como parte del festival Primera Persona)

Todo lo que necesitas es odio

Cuando hablas con alguien con tan pocos pelos en la lengua y unas opiniones tan contundentes sobre el pop, la tentación de pedirle a Williamson que hable sobre varias de las estrellas de la actualidad es demasiado fuerte como para resistirla. Le lanzamos varios nombres al cantante de Sleaford Mods para que nos contase, de forma rápida y directa, lo que opina de cada uno de ellos. Allá vamos.

Chris Martin: gilipollas.

Pete Doherty: me parece bien lo que hace, le deseo una buena recuperación.

Sam Smith: no estoy seguro.

Paul Weller: me parece ok. No sé.

Ed Sheeran: no me ofende, pero su música es una puta mierda.

Adele: no me desagradan sus últimas cosas, pero tiene demasiado dinero alrededor. Más que demasiado.

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