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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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La grandeza del urbanismo de código abierto

Virgen de Begoña. Imagen de Paisaje Transversal.

(*) Por Jon Aguirre Such

Domingo, once y media de la mañana, y un sol espléndido asoma entre las calles de Nueva York. El día de la semana, la hora y el tiempo idóneo para que muchos neoyorquinos aprovechen su momento de ocio y salgan a correr, paseen al perro o, simplemente, sentados en un banco, se sumerjan entre las páginas de un buen libro. Y todo ello mientras disfrutan de la belleza que caracteriza a los parques de la metrópoli estadounidense.

Así suele ser el escenario de Riverside Park, uno de los pulmones verdes de Nueva York, que nada tiene que envidiar al popular Central Park. Situado entre la calle Riverside y el río Hudson, sus seis kilómetros de longitud se hayan rodeados por majestuosos olmos y cerezos que acompañan a los vecinos y vecinas del barrio de Manhattan.

Hubo una época, sin embargo, en la que el parque estuvo abandonado, convirtiéndose en un refugio para los delincuentes de la ciudad. A mediados del siglo XX, muchos neoyorquinos dejaron de ir a Riverside Park por miedo a ser atracados. Habría que esperar a que llegara la década de los ochenta para vivir el renacer del parque.

De la noche a la mañana, vecinos y vecinas del barrio se animaron a pasear con su perro por el parque, ya que acompañados del animal corrían mucho menos peligro. Poco a poco, más personas se atrevieron a recorrer los caminos de Riverside, y las instalaciones recreativas que se crearon después, revitalizaron el pulmón verde.

Este es, para la socióloga Saskia Sassen, ejemplo del llamado urbanismo de código abierto, una nueva visión del urbanismo donde la participación de la ciudadanía ayudó a recuperar un espacio verde. “Hace referencia a que las ciudades están a nivel del suelo, donde sus usuarios están. El parque está formado no sólo por el 'hardware' de los árboles y estanques, sino también por el 'software' de las prácticas de las personas”, señalaba en una entrevista.

Sassen habla de este nuevo urbanismo como el conjunto de pequeñas iniciativas que nacen desde abajo, desde la ciudadanía, y no desde arriba, desde la administración. Una ciudad que no permanece quieta, sino que va cambiando con las acciones que realizan ciudadanos y ciudadanas.

El urbanismo de código abierto vuelve a resurgir como alternativa a aquel urbanismo especulativo y expansivo que hemos vivido en las últimas décadas. Un urbanismo que tiene en cuenta elementos que ignora el anterior, como la participación ciudadana, la colaboración entre todos los agentes de una ciudad, la horizontalidad, la ecología y el uso de las nuevas herramientas digitales.

Una alternativa posible:

El urbanismo participativo no es ningún invento nuevo. Ya se materializó en los años ochenta, cuando las asociaciones de vecinos y el Ayuntamiento de Madrid trabajaron juntos para regenerar treinta barrios en la periferia sureste de la capital.

Y este es el urbanismo que hemos practicado y seguimos practicando en Paisaje Transversal. En 2011, el barrio madrileño Virgen de Begoña puso en marcha su propia regeneración, y comenzó desde abajo, desde la participación de los vecinos y vecinas del barrio. La obsolescencia de los espacios públicos y la infrautilización de los mismos eran para el vecindario los atracos que temían los residentes de Manhattan.

Fueron los vecinos, en colaboración con la Administración Pública y el resto de agentes o “partes interesadas” del barrio (stakeholders en inglés) los encargados de otorgar a dichos espacios nuevos usos, sirviendo Paisaje Transversal de mediadores para asegurar que las intenciones de la ciudadanía no se quedaran en el aire.

¿De qué forma? Siguiendo una metodología basada en la difusión, la concienciación de la ciudadanía y su participación en la regeneración del barrio. Colaborando con las distintas áreas que componen una administración y con otros agentes de una urbe, que permiten al mismo tiempo aunar distintas disciplinas. E incorporando herramientas procedentes del mundo digital.

Claves que asegurar no sólo el cambio de un parque, o de un barrio, sino también de toda una ciudad. Tal es la grandeza del urbanismo de código abierto.

(*) Jon Aguirre Such es miembro de Paisaje Transversal.

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