China y andaluza
He pasado tres maravillosos años en Sevilla, que es como mi ciudad natal en Europa. Ahora estoy trabajando en una oficina que unos compatriotas tienen en Madrid. Tengo un estilo de vida occidentalizado en un 80%: salgo de fiesta, desayuno tostada con tomate y aceite, me da rabia hacer horas extra, etcétera. Por tanto, en mis primeros días en la oficina con mis compatriotas me siento como una extranjera que comparte nada más que el idioma chino con ellos.
Pensaba que solo los “chinos madrileños” eran diferentes de los que vivimos en Andalucía, pero me equivoqué. En Sevilla saludaba a todo el mundo por la calle, siempre con una sonrisa. Hago lo mismo en Madrid, pero aquí lo que recibo a cambio suele ser una mirada indiferente y, a veces, incluso piropos agresivos. Esto nunca me había pasado en Sevilla. Esa “mala suerte” que he tenido en Madrid me hace reflexionar qué significa ser andaluz y la repuesta puede ser: acostumbrarse a sonreír, ser simpático y acogedor incluso con los desconocidos, vivir sin nada de prisa... No todo es perfecto, pero, sea como sea, somos felices, ¿qué más importa?— Meijiao Sun.
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