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Los riesgos de citar sin permiso

Una regla de oro del periodismo, cuando se trabaja en un reportaje o una información, es la de advertir a las personas contactadas de que el objetivo es publicar sus declaraciones. Temo que esta regla no se cumplió en el reportaje que publicó EL PAÍS el martes 24 de febrero, en la página 7 de Internacional. Titulado Adiós al cambio (posteriormente corregido en la web), el texto que firmaba el corresponsal en Rabat, Javier Casqueiro, estaba dedicado al cambio político en Marruecos. El sumario resumía su contenido: En el aniversario del olvidado movimiento juvenil 20-F, una clase de jóvenes de la élite marroquí lamenta la falta de libertad y la religiosidad del país. Y en el texto se recogían algunas opiniones entrecomilladas atribuidas a alumnos del centro a los que se identificaba con nombre y apellido.

    Pues bien, esos jóvenes de élite no eran conscientes de que sus palabras, dichas al calor de un debate espontáneo, iban a ser recogidas por el periodista en el mencionado artículo que apareció también en la web del periódico el miércoles 25 de febrero. Las reacciones fueron inmediatas. Un par de alumnos del centro que dicen hablar en nombre de todos los aludidos en la información, además de un profesor, me han escrito para protestar por lo que consideran un hecho grave. Uno de los alumnos expresaba así su indignación: el periodista que vino el viernes [20 de febrero] a visitarnos ha cometido graves errores, primero ha falseado información, y además, no tiene derecho a citar a un alumno, creo que es ilegal y sobre todo sin habernos pedido permiso.

  Todos los remitentes firman sus cartas pero me han pedido que no publique sus nombres. También el profesor, que dice en su mensaje: Es de una falta de profesionalidad intolerable, de un oportunismo inconcebible, que el señor Casqueiro se permita citar con nombres y apellidos a algunos de los alumnos y alumnas que asistieron a su charla, y presentar sus opiniones entrecomilladas. Alumnos y alumnas que habían sido convocados para escuchar al señor Casqueiro hablar sobre la profesión de periodista. En la misma carta añade: A la vista de este artículo (me cuesta trabajo llamarlo así), parece obvio que el señor Casqueiro no vino a este colegio a informar a los alumnos sobre aspectos relevantes de su profesión (que era el objetivo de su charla), sino más bien a aprovecharse de la situación, para obtener, y luego utilizar, testimonios directos (supongo que se dice así) de algunos ‘jóvenes marroquíes’.

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     He tratado este tema con Javier Casqueiro quien, tras una charla telefónica, me ha enviado el siguiente mensaje:

 Lamento el malestar que les haya causado a los alumnos o sus familias. Llegué a la clase invitado oficialmente por la dirección y profesores del centro, di una charla a los alumnos, les pedí que me preguntaran cosas y ante la conmemoración del día 20-F, sobre ese movimiento estudiantil, les avancé que estaba muy interesado en sus reflexiones para mi trabajo sobre ese colectivo y sobre la apatía de la juventud actual. Esa jornada habían salido publicados artículos en medios de comunicación marroquíes sobre Podemos en España. Hablaron y les pregunté por sus nombres. Luego, ante el interés de sus ideas y el contexto político del país con la curiosidad por Podemos y el silencio sobre el 20-F, pensé que podía ser interesante hacer un artículo relacionando ambos temas. Pedí permiso para usar las identidades de algunos de los jóvenes. Lo obtuve. Pero no quise expresamente identificar ninguna frase precisa con un nombre y apellido concreto para evitarles problemas. Excepto en un caso, al final de la pieza, sobre un aspecto anecdótico del Ramadán con respecto al joven que ha escrito.

Tengo que decir que en el artículo que se publicó en la edición impresa (la versión digital ha sido corregida), sí se recogen opiniones entrecomilladas al menos de dos alumnos con sus nombres y apellidos, y un par de comentarios entrecomillados que el periodista atribuye al colectivo de jóvenes de la clase.

  Casqueiro acudió al Instituto Español de Rabat a dar una charla y, por más que explicara a los alumnos que le interesaban sus opiniones sobre el 20-F, ello no le autorizaba a citarlas en su reportaje identificando además a los que se atrevieron a verbalizarlas. No creo que el profesor que le dio permiso para citar esos nombres tuviera potestad para hacerlo, como lo demuestran las cartas de protesta de los alumnos aludidos.

    Casqueiro me ha explicado que prefiere no hacer público el nombre de esa persona, para evitarle problemas. Lamento que no haya sido igual de cuidadoso con los comentarios de los estudiantes marroquíes, -menores de edad además-, sobre un tema político cuando él mismo explica en su reportaje refiriéndose a las reacciones de estos jóvenes, tienen miedo a las represalias si expresan sus ideas y lamentan una regresión del país ante la creciente presencia de la religión.

Comentarios

Pues si es una regla de oro hay que tenerla en cuenta y sobre todo en estos tiempos de tanta irascibilidad.
Vaya! Esto hace recordar el caso de la periodista francesa Tristane Bannon cuando fue a entrevistar a DSK , y que tras el paso de algunos años le denunció por acoso sexual.Si lo jóvenes solo acusan a Casqueiro de actuar sin su permiso con respecto a dichos de una entrevista publicados, la ha sacado barata.

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