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La paradoja y el estilo
Columna
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“Estem en falles”

Irina Shayk dejó claro en la fiesta de ‘Vanity Fair’ tras los Oscar que su nuevo novio es Hollywood y que le da igual Cristiano Ronaldo. Ella es una traca

Boris Izaguirre
Irina Shayk, en la fiesta de 'Vanity Fair'.
Irina Shayk, en la fiesta de 'Vanity Fair'.Jon Kopaloff

Rita Barberá, alcaldesa perpetua de Valencia, está un poquito baja en los sondeos electorales pero se sintió muy arriba en el palco donde esta semana celebraba el inicio de las Fallas con un tórrido discurso. Quizás un vasito de más de Agua de Valencia le enredó la lengua. Parecía como si pensara en castellano antes de intentar decirlo en valenciano. Debe pasar mucho en los políticos y es un tema candente. Lo que sí está claro es que Barberá demuestra una euforia difícil de entender. Pero lo que importa es el final de su discurso: estamos en Fallas.

Rita se justificó después diciendo que se había quedado en blanco. Es probable que a la alcaldesa del “caloret” le haya pasado eso después de ver la foto de Irina Shayk en la fiesta de Vanity Fair posterior a los Oscar. Desde hace 50 años no se veía una mujer semidesnuda con tanto acierto de piel y tela. Pisando fuerte, Irina deja claro que su nuevo novio es Hollywood y que le da igual que Cristiano Ronaldo haga lo que quiera en sus fiestas y en su casa. Ella se foguea en otras fallas. Ella es una traca. El incendiario atrevimiento que llevaba encima lo diseñó con milimétrica precisión y poquísima tela Donatella Versace. O sea: ¡Vuelve Versace, vuelve el exceso!

La falla más grande este año son las elecciones. El debate del estado de la Nación fue un debate sobre el estado de los candidatos. Lo que interesó fue quién cumplía más requisitos para ser reina de esas fallas. Rajoy quedó un poquito en plan mandona. Sánchez nos recordó al Mesala que interpreta Stephen Boyd en Ben-Hur. Guapo pero ensimismado. Antes amigo, firmando pactos, y ahora aparente contrincante. Claro que Rajoy no es Charlton Heston y por eso tampoco da un Ben-Hur convincente, pero el punto de melodrama y conflicto entre los dos líderes de los partidos tradicionales tiene que funcionar. Y alcanzará más audiencia cuando en el circo aparezca ese tercer gladiador con coleta esponjosa y de apellido Iglesias.

Pero el hecho de que el debate en el Congreso acallara los comentarios sobre los guantes rojos de Lady Gaga en los Oscar o calmara brevemente los nervios por la posible expulsión de Belén Esteban de GH Vip, confirma que nuestros políticos ya no son solo una casta sino las nuevas celebridades nacionales. Eso puede indicar que nos hemos vuelto más serios o que por el contrario lo frivolizamos todo porque todo arde en la misma hoguera.

Mientras nos calentamos con todo eso, atendemos el debate sobre GH Vip. Belén Esteban, que es la estrella del programa, se salvó por estrechísimo margen de ser expulsada de la casa. Telecinco sigue siendo su cadena amiga por hacer una extraordinaria audiencia, pero le ha hecho saber que debe limar ciertas aristas para sostener su cetro de princesa. Belén no ha dejado de dar motivos para que el estado de la nación la necesite como vía de escape. Es el gran ninot de estos tiempos, necesaria para olvidar la crisis, los sondeos, las salidas de la cárcel de Bárcenas y Matas. Mientras más se agitan los espectadores por este resultado, más necesidad hay de regresar cada jueves a esa gala de expulsión. Para al final hacer de Esteban la falla superviviente.

En este espíritu fallero llega a las librerías el libro de Ana Rodríguez, empresaria de éxito y exesposa de José Bono. Se titula El club de las perfectas divorciadas. Un club donde pudiera estar Ana Mato pero no Rita Barberá. En el libro, Rodríguez informa que animó a su marido a hacer cambios en su vida, por ejemplo un injerto de pelo, una vicisitud por la que deben pasar muchos matrimonios con dinero y con alopecia, cambios cosméticos cuyos resultados toman su tiempo. Rodríguez también aclara, valientemente, que sigue teniendo carné del PSOE, o sea que el divorcio no fue ideológico y asegura que otras verdades que aparecen en el libro no van a molestar a nadie, muchísimo menos a su exmarido. Algo que, sin duda, podría rebajar el interés de la obra. Nada que ver con el libro de otra socialista madura como Valerie Trierweiler, que pone a su expareja de vuelta y media con un exitazo de ventas en Francia.

Quizás para mantener encendida la atracción sobre su escrito, Rodríguez matiza que ese club de divorciadas también incluye a las mujeres de 50, años y justamente la mujer de esa edad más célebre del planeta se cae en el escenario y sube al trending topic. Madonna estrenaba single en los premios de música británicos, Armani le diseñó una capa que alguien ató demasiado fuerte y en el momento que sus bailarines tiraron de ella arrastraron a la reina del pop, dejándola en el suelo. Las redes se incendiaron, calificándola de estar mayor para ese tipo de cosas, pero la realidad es que lo sucedido tiene poco que ver con la edad. ¡Qué obstinación en las redes sociales por la edad! Fue un accidente que lo puede tener cualquier mujer activa, desde Tania Sánchez hasta Rita Barberá, y apenas tocó el suelo se vino arriba para terminar una performance ya inolvidable. Con una apasionada ovación comparable a cualquier aplauso escuchado en Valencia o en el Congreso de Diputados. Algunas estrellas arden mas allá de las fallas.

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