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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Una nueva estrella

Tania Sánchez practica una mezcla de Christine Lagarde con Mariló Montero sin salidas de tono. Jamás pierde el norte político en la televisión

Boris Izaguirre
Tania Sánchez.
Tania Sánchez.EUROPA PRESS

Poco antes del inicio del año nuevo chino, Tania Sánchez acudió al programa de televisión Un tiempo nuevo. Se presentó vestida de rojo, los brazos al descubierto y el pelo de un aparente rubio neutro. Un poco cóctel y sola ante el palmarés de colaboradores, dispuestos a merendársela. Pero no resultó así, Tania decidió actuar como una mujer sosegada y lógica en sus respuestas, con sus brazos desnudos evidenciando no solo buena calidad de piel sino una coraza de autocontrol bien hidratada.

Unos minutos después de su intervención yo estaría en ese mismo asiento discutiendo sobre GH VIP. Observándola desde bambalinas, me pasó por la cabeza que una de las diferencias que existen entre la izquierda que representa Tania Sánchez, tanto por ser exmiembro de Izquierda Unida como por pareja del líder de Podemos, y la izquierda tradicional, la del ensimismado PSOE, es la manera que tienen de entender la televisión. Los socialistas tratan de superar la idea de telebasura, un término del siglo pasado. Los de la nueva izquierda demuestran que la han estudiado desde la hora del desayuno, que saben cómo sentarse y esquivar a sus habituales porque la conocen y reconocen como el organismo vivo más divulgador de principios y de presencias que hay.

España es uno de los países occidentales con mayor consumo de televisión. Sus nuevos líderes reflejan ese consumo. Pedro Sánchez intuía la necesidad de su presencia en Sálvame, Tania practica una mezcla de Christine Lagarde con Mariló Montero sin salidas de tono. Tania no levantó la voz en su entrevista, nunca afeó pregunta alguna, controlando la sonrisa con la que finalizaba las respuestas. Los colaboradores fundían política con corazón, haciendo hincapié en su relación sentimental con Pablo Iglesias, la entrevistada jamás perdió el norte político de su aparición.

Detrás, esperando turno, Mariví, la mejor amiga de Belén Esteban y Makoke, la esposa de Kiko Matamoros, charlaban en voz baja. “Mi marido es funcionario en Rivas”, se explicaba Mariví, aludiendo al municipio donde Sánchez es un destacado miembro político. “En Rivas la familia de Tania es como una monarquía. El papá, la mamá, el hermano, todos están en la política”, susurraba. “Como te lo digo, tía, son la familia real de Rivas”. Makoke, en cambio, observaba cada gesto de Sánchez en el monitor de invitados. “No me pegan nada”, exclamó. “Ella y Pablo. Yo es que no la veo a ella como la típica que se liaría con un chico con coleta. Para mí, son una pareja rara”. Puede ser que Makoke tenga su razón, pero también es probable que sean una pareja similar a la de Hillary y Bill Clinton. Dos jóvenes de Arkansas enamorados de su idea de cambio, unidos por la política, con coleta y brazos descubiertos. Al final la entrevista de Sánchez cosechó una importante audiencia mientras que el debate del reality VIP fue suspendido de los contenidos de Un tiempo nuevo. La televisión siempre necesita adorar a un nuevo personaje.

Arranca el año de la cabra en el horóscopo chino, dicen los astrólogos que es un año de adaptación a los cambios que, con su carácter amable, invita a la calma en las decisiones y disputas. Oportunamente sus augurios coinciden con la necesidad de arreglos en el complicadísimo tetrix político en el que vive el PSOE.

Es una pena que Pedro Sánchez y Susana Díaz no se caigan lo suficientemente bien como para dar sensación de armonía y buenas fotos juntos. ¡Tampoco es sencilla la vida dentro de la casa de Gran Hermano y sin embargo son ejemplo de estrategia y aparente camaradería! A Susana y Pedro este San Valentín los ha divorciado. Mientras él apartaba a un adversario porque puede llegar a ser imputado, Susana miraba hacia otro lado cuando la imputación de sus líderes históricos agitaba su estado de buena esperanza. Chaves y Griñán, dos hombres y un destino. Y dos estilos que sintetizan la socialdemocracia más flamenca. Manuel Chaves difícilmente abandona la corbata y el cargo. Es más urbano, más de pasillos que de aceras. Un hipster de barbita recortá. El arreglo de José Griñán resulta más campero, no heredado, como otras cosas suyas.

En el Partido Popular la única pareja que sale en fotos es la formada por el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y el señor Granados. Casi siempre con las manos escondidas, riéndose, borrando o guardando algo que no estamos maduros para ver. Y ahora comprobamos en la transcripción de las escuchas en el caso de espionaje en Madrid, sindicato presuntamente gestionado por Granados, cómo surge ese lenguaje tabernario de los corruptos públicos. “Para celebrarlo, os merecéis una volqueta de putas”, es una frase que ni la mejor telebasura pudiera crear. Asombra la ordinaria desfachatez con la que espías o espiados, democráticamente elegidos, se expresan. Pero al final se ciñen a una dieta extrema: mientras más engordas en la corrupción, más adelgaza tu vocabulario. Uno puede pensar que nosotros, como las señoras putas, no nos merecemos clientes tan grotescos.

Por eso tienen éxito Iglesias y Sánchez en televisión. Todavía son espectadores de la basura. No acumuladores de ella.

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