“Liliane Bettencourt está ya en otro mundo”
Las grabaciones del mayordomo de la dueña de L’Oréal muestran a una mujer confusa y desarmada frente a su entorno
El juicio abierto en Burdeos el pasado 26 de enero y que termina la próxima semana está arrojando algunas evidencias. La más nítida de ellas es la incapacidad de la antes todopoderosa dueña de L’Oréal, Liliane Bettencourt, de 92 años, para razonar. Solo el tribunal podrá dictaminar al final si tal circunstancia, provocada por el Alzheimer, fue aprovechada por los diez imputados en el caso, prestos a desviar cantidades millonarias de dinero de la vieja dama hacia sus bolsillos.
La audición de las grabaciones realizadas en 2010 por el mayordomo de Bettencourt fue el pasado 4 de febrero un momento culminante del juicio; una de esas pruebas estelares que eclipsan los maquillados testimonios de los acusados. Se oye una conversación entre Bettencourt y Patrice de Maistre, gestor de la fortuna de aquella. Franck Johannès, de Le Monde, lo contaba con maestría desde Burdeos: “Él va a lo suyo. Habla alto, la ahoga en un torrente de palabras en tono protector, como el que se utiliza en los asilos, interrumpidos por grandes suspiros de exasperación”…”Lleva un montón de papeles para hacerle firmar. Entre ellos un modesto aumento de sus honorarios para alcanzar los dos millones de euros anuales”. Liliane Bettencourt repite los finales de las frases de Maistre, como si estuviera siguiendo la conversación, y, sobre todo, firma, firma adjudicaciones de dinero para unos y otros.
Cuestión esencial en este juicio es aclarar desde cuándo Liliane Bettancourt no es dueña de sus actos debido a su debilidad mental. De haber estado en sus cabales, todos los que se beneficiaron de su fortuna bien podrían quedar absueltos al ser considerados, sencillamente, beneficiarios de la probada generosidad de la mujer más rica de Francia. Siete expertos comparecieron este lunes y sus conclusiones tampoco dejan en buen lugar a los acusados. Para ellos, Bettencourt sufría ya en 2011 un Alzheimer moderadamente severo (fecha en la que su hija logró inhabilitarla legalmente), si bien una caída que sufrió en Baleares en 2006 bien podría ser un episodio que marcó los inicios de la enfermedad, que probablemente ya se manifestaba desde 2003.
Ahora, Bettencourt, encerrada en su lujosa casa del norte de París, sigue el proceso a través de su tutor, Olivier Pelat, que da cuenta al tribunal del deterioro mental de la millonaria. “Está totalmente en otro mundo”, ha dicho Pelat, Los jueces que instruyeron el caso lo verificaron hace casi tres años a través de sus respuestas. No se acordaba del accidente de Baleares, ni de que había vendido una isla de las Seychelles. Tampoco, de los 143 millones que acababa de invertir en la sociedad Lov Group de otro de los acusados, Stéphane Courbit.
Este miércoles, la empresa de Courbit ha acercado peligrosamente, de nuevo, al expresidente de la República Nicolas Sarkozy a este escándalo. Investigado en los inicios del caso por supuesta financiación ilegal de su partido con ayudas de los Bettencourt, Sarkozy quedó libre por falta de pruebas. Ahora, la fiscalía de París anuncia la apertura de una investigación incómoda para el líder de la derecha francesa: sus tres viajes en jet privado costeados por Lov Group entre diciembre de 2012 y marzo de 2013 por un precio total de 330.000 euros.
Unos días antes, en la sala de vistas del tribunal de Burdeos se oía la voz de Maistre conminado a Liliane Bettencour a firmar: “… Esto es para el ministro de Presupuestos. Hay que ayudarle”… “Y esto para Nicolas Sarkozy. No es caro. Es el máximo legal; 7.500 euros. Hay que ayudar a los amigos”.
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