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Adama, de 18 años, superó el ébola, pero perdió a su hijo. El 8 de enero, cuando ingresó en el centro que Médicos Sin Fronteras (MSF) tiene en Kissy, un suburbio de Freetown (Sierra Leona), estaba embarazada de veinte semanas. Su debilidad era extrema y ni siquiera podía hablar. La tasa de mortalidad de las embarazadas es más elevada que la de la población en general y la de la del feto roza el 100%. La joven perdió el niño a los cinco días de haber ingresado en el hospital.
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Embarazada y con ébola

Médicos sin Frontera (MSF) ha abierto en Sierra Leona, uno de los países más golpeados por el virus, el primer centro para gestantes

Maribel Marín Yarza
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