En la calle como en casa
FOTO: Alejo Bagué
La progresiva domesticación de los espacios públicos (restaurantes, oficinas...) le da la mano en el último trabajo de la interiorista Isabel López a la máxima apertura hacia la vida en la calle. El resultado es un espacio transparente y, sin embargo, cálido. Se trata de un lugar versatil que puede abrirse o arroparse, protegerse y cerrarse reaccionando frente al sol, para aprovechar la luz natural y apostar por el contacto con el exterior.
Lo que dice el Bar Ton de los bares de Barcelona es que, habiendo ganado naturalidad y comodidad, no están lejos de los locales de los ochenta diseñados para "ver y ser vistos". Nada escenográfico y más cercano al compartir (miradas, curiosidad, escenas cotidianas) que al demostrar de los antiguos locales, este nuevo establecimiento barcelonés desprende naturalidad, mezcla -reflejadas ambas en la carta- y de versatilidad -sirve para un café, una copa o una cena- y de comodidad. Organizado en tres franjas, de acuerdo con la distribución espacial de la arquitecta Magüi González, una primera capa está ocupada por un banco corrido, una segunda por las mesas –diseñadas por el equipo de López- y una tercera por la barra con el almacén visto “como en las antiguas tabernas”, apunta la interiorista.
Las luminarias de Arik Levy dejan ver con sutileza la gran altura del local. Así, despejado, confortable y elegante, el restaurante habla un idioma clásico para el siglo XXI: tiene la frescura de lo que se deja mirar sin imponerse y sin embargo, consigue arraigarse. Reutilizando las maderas de los estantes y abriéndose a la calle se asienta en la ciudad sin caer en la tentación de recrear el comercio de época que nunca existió tan de moda entre los restauradores barceloneses.
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