El proyecto de la boca de Blair
“Amenazantemente extraño”, “fabulosamente incómodo”, “proctológicamente examinado”. Esas fueron las descripciones que recibió la foto familiar de Tony Blair y su esposa
Dientes, dientes
Ya se habrá hecho la mejor versión posible de la broma que compara a un expresidente y a un zombi, figuras ambas de otra época, perdidas en el presente y capaces de infundir, según quién les mire, más o menos terror. Pero nadie nunca ha sido capaz de provocar la misma cantidad de versiones que Tony Blair al usar esta semana una foto familiar para felicitar las fiestas, que es algo que fácilmente sale mal, y se dio de bruces con las redes sociales, de donde difícilmente se sale bien. En la imagen se ve a Blair, de 61 años, con su mujer, Cherie, junto a la ventana de alguna de sus ocho residencias en Connaught Square. A la izquierda, Cherie rezuma décadas de experiencia posando para fotos sin que se note. Mira a cámara, sonríe sin enseñar diente ni achicar los ojos, lo que le da un aire de dignificada sofisticación. A la derecha, Tony Blair está, digamos, probando otra técnica. La sonrisa espontánea que se vio en televisión y que protagonizó portadas de periódicos durante décadas dedicadas a la vida pública es aquí un rictus cuadrado, grisáceo y sin labios, como el se le queda a alguien que acaba de amenazar a alguien en un pub antes de comprobar con pavor su verdadera estatura. Si ese gesto labial pretendía ser una sonrisa, los ojos del ex primer ministro no debieron ser notificados. Su espalda, recta como una viga, tampoco contribuye al mensaje que se buscaba. Es difícil describir el conjunto. Pero en cuanto la imagen llegó a Twitter, vaya si lo intentó.
En Twitter nadie grita
“Amenazantemente extraño”, “fabulosamente incómodo”, “proctológicamente examinado”. Esas fueron las descripciones que vinieron acompañadas de imágenes, evocando desde la sonrisa incómoda de Chandler en Friends al American Gothicde Grant Wood. Si Twitter estaba llamado a nombrar una imagen favorita más allá del trasero de Kim Kardashian, esta fue la clara ganadora.
Da más miedo lo invisible
Las tarjetas de Navidad son un asunto complicado. Si se quieren personalizar, las posibilidades de ridículo son muchas. La Casa del Rey aún es más recordada por el fotomontaje que publicó en 2005 que por el resto de retratos. Gordon Brown, por otro lado, se ahorra disgustos usando dibujos de su hijo pequeño. Esta, sin embargo, resulta especialmente magnética. No porque lo que debería ser acogedor sale escalofriante. Sino porque, como ilustraba un tuitero: “Pensad que esta fue probablemente la mejor versión de todas las que se hicieron”.
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