Un impuesto contra la pobreza
Esta entrada ha sido escrita por Vanessa López,Directora de la Fundación Salud por Derecho,una de las organizaciones de la campaña española por la Tasa Robin Hood.
Se alega que no hay recursos económicos; estamos en momentos de vacas flacas se dice. Los gobiernos tiran balones fuera y eluden sus responsabilidades. Repiten que no hay dinero para luchar contra la pobreza, garantizar los derechos económicos, sociales y culturales, asegurar la educación pública, la salud universal y proteger a las personas. Pero no nos engañemos, dinero hay; lo que no hay es voluntad política de recaudarlo y redistribuirlo de manera justa.
Cuando los gobiernos establecen sus prioridades de gasto en los presupuestos tienen un claro margen de maniobra para ir hacia un lado o hacia otro. Existe además una cuestión importantísima que no aparece en los análisis que repiten que no hay recursos: ¿qué pasa con los ingresos? Existen muchos recursos que los Estados dejan de ingresar por la ausencia de una política fiscal justa y verdaderamente redistributiva; pero también por no combatir firmemente la corrupción, la permisividad ante el fraude fiscal, la evasión de impuestos y los paraísos fiscales. Probablemente estas recetas suenan poco novedosas pero, resulta que a pesar de ello, se ha avanzado muy poco en su aplicación real tanto en España como en los países empobrecidos.
La Tasa Robin Hood
Pronto dispondremos de un nuevo instrumento: el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), que es mucho más que una nueva fuente de ingresos. Este impuesto es conocido como “Tasa Robin Hood”, lo que ya deja muy claro de qué se trata. Por un lado, pretende frenar las operaciones financieras más especulativas que tienen un impacto muy negativo en el sistema financiero y, por otro, gravar a un sector que apenas paga impuestos.
Once países de la Unión Europea, incluida España, se han comprometido a poner en marcha este impuesto. Pero más allá de este compromiso ahora el caballo de batalla para 300 organizaciones sociales de Europa (muchas de ellas, españolas) es que su funcionamiento sea el adecuado. Las preocupaciones en este sentido son notables porque en función de cómo sea el diseño final del impuesto, este contribuirá más o menos a contener uno de los grandes males del sistema financiero: las transacciones altamente especulativas.
La capacidad de recaudación del ITF también dependerá de su diseño. La Comisión Europea ha calculado que gravando un 0,1% los bonos y acciones y un 0,01% los productos derivados solo en España podrían recaudarse hasta 5.000 millones de euros.
En este momento, los once países europeos que han manifestado su compromiso con el ITF están negociando estas cuestiones. El próximo mes de diciembre deben alcanzar un acuerdo para que durante 2015 comiencen los trámites para su implementación real. Será determinante que ese diseño contemple que el destino de los fondos recaudados sea la lucha contra la pobreza tanto en España como fuera de nuestras fronteras.
El lobby financiero y los palos en la rueda
Lo más relevante en este proceso es que la Tasa Robin Hood cuenta cada vez con más apoyos. Dirigentes mundiales, instituciones europeas e internacionales, personas expertas e incluso ciertos líderes financieros se han sumado a la propuesta surgida hace años desde la sociedad civil. Estos colectivos cuestionan la imagen distorsionada que se ha intentado vender sobre el impuesto y desmienten los posibles efectos negativos que tendría sobre la economía real y el crecimiento económico.
A pesar de ese creciente consenso, el lobby financiero no ha dejado de poner palos en la rueda. Por eso es crucial que en los meses en los que se está diseñando el impuesto se incremente la presión de todos esos colectivos que apoyan la iniciativa: políticos, organizaciones sociales y ciudadanía en general. Es determinante que el dinero recaudado se emplee por completo en luchar con la pobreza de manera universal.
Bienes públicos globales
Las organizaciones que formamos parte de la Campaña Española por el ITF demandamos que un 50% de la recaudación se destina a políticas sociales en nuestro país. Los enormes recortes sufridos por estas políticas han castigado duramente a los colectivos más vulnerables. Por eso es urgente que estos fondos se inviertan en garantizar los derechos sociales de la ciudadanía.
Pero nuestro país también tiene responsabilidades internacionales que cumplir. Quizás en este momento, debido al Ébola, entendemos mejor las consecuencias directas de no contribuir a causas globales que nos afectan como humanidad. Por esta razón, pedimos que el otro 50% se destine a la financiación bienes públicos globales como la salud, la educación y la lucha contra el cambio climático. Una financiación que debe ser canalizada a través de instrumentos internacionales como Fondo Mundial para la lucha contra el Sida, la tuberculosis y la malaria; el Partenariado Global por la Educación o el Fondo Verde para el Clima.
Necesitamos toda la energía posible para conseguir que los principales países europeos que implementarán el impuesto a las Transacciones Financieras -entre ellos España, Francia, Alemania e Italia-, alcancen un acuerdo para asegurar que el ITF es fiel a su mandato: ser un impuesto contra la pobreza. El día 17 de octubre nos uniremos a las manifestaciones que recorrerán las calles de nuestras ciudades contra una riqueza que empobrece. La vida y los derechos de muchas personas están en juego.
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