Ejemplo de democracia

Me siento obligado a responder a multitud de opiniones, capitaneadas —ya desde antiguo— por las de los nacionalistas que pontifican, artera e interesadamente desde mi punto de vista, sobre la baja calidad de nuestra democracia.

Estos días, evidentemente, porque se encuentran en estado de “efervescencia patriótica”, nuestros quejosos conciudadanos más o menos secesionistas ponen como ejemplo y objeto de envidia a la muy admirada democracia de Reino Unido porque ha permitido realizar una consulta independentista y permitido votar a los escoceses.

Dejando al margen que la mencionada consulta ha sido pactada y legal y que ambos casos son totalmente distintos por las legalidades vigentes en ambos países, convendría recordar que tan admirada democracia es la misma que, en uso de sus atribuciones legítimas, mantuvo la ocupación de su Ejército en el Ulster durante muchos años para enfrentarse al terrorismo, que suspendió la autonomía de Irlanda del Norte por incumplimiento de las leyes hasta en cuatro ocasiones, que justificó “el ajusticiamiento” de tres militantes del IRA por sus servicios secretos del MI5 en Gibraltar o que mantiene uno de los sistemas políticos más centralistas del mundo.

Nuestra democracia es muy mejorable, sin duda, como buena parte de las existentes, y ahora, con el desapego ante la clase política y los continuos escándalos de corrupción que nos abochornan, no es un buen momento para sentirse muy orgullosos de ella y de cómo hemos hecho las cosas, pero de eso a que se nos pretenda dar lecciones poniendo como ejemplo a otras que ahora tendrán que recorrer el camino que nosotros ya recorrimos hace más de 30 años en la descentralización territorial del Estado, me parece ventajista, desleal y cargado de mala fe. Veremos si algún día Escocia llega a tener las mismas competencias que hoy tienen, por ejemplo, Euskadi y Cataluña en España.— Ramón García Ruiz de Morales. Málaga.

Los escoceses han podido expresar votando su voluntad de seguir perteneciendo a Reino Unido. A diferencia de nosotros, carecen de una Constitución que lo prohíba y a la que sus gobernantes no han podido aferrarse para bloquear esa demanda social. No obstante, nuestra Constitución fue votada tan solo por una parte de la población española actual y algunas de las ideas que allá se recogen deben ser revisadas. Muchos de los que no estamos de acuerdo con ellas ya hace más de 20 años que votamos por primera vez. Las nuevas generaciones no disponemos por ahora de una mayoría parlamentaria que pueda impulsar la inmensa reforma política e institucional que este país necesita, pero eso es solo cuestión de tiempo. La sociedad ya es otra, y un día también lo serán nuestros representantes políticos. PP y PSOE, principal maquinaria de un sistema anquilosado y corrupto, ya no nos representan. Por eso pierden votos, y no importa cuánto insistan, esos votos ya no volverán. Los 1.300.000 votantes de Podemos son un claro ejemplo de esta renovación, lo demuestra el miedo que esos dos viejos colosos no han podido esconder.— David Steegmann Mangrané. Barcelona.