Suprema torpeza
La anulación de la presentación del libro 'Victus' en el Instituto Cervantes de Utrecht fue un grave error que debe corregirse
Cuesta imaginar una decisión más errónea y torpe que la que tomaron responsables de Exteriores y del Instituto Cervantes al anular la presentación en Utrecht (Holanda) del libro Victus, Barcelona 1714, del escritor Albert Sánchez Piñol. El acto estaba anunciado para el jueves pasado y fue suspendido alegando que, dada la cercanía de la celebración de la Diada en Cataluña, el acto podía politizarse.
Es un grave error, en primer lugar porque supone una censura difícilmente explicable en un contexto de pluralismo democrático, en el que toda opinión tiene derecho a expresarse. Censurar la presentación de un libro porque no gusta su contenido nos remite a un pasado que está superado. Pensar que puedan quedar reminiscencias de un modo autoritario de proceder no ayuda a preservar la salud democrática del país.
Pero es también una demostración de suprema torpeza. Si de lo que se trataba era de evitar que la presentación del libro se convirtiera en un acto de propaganda en favor del proceso soberanista catalán, la suspensión logró todo lo contrario.
El Instituto Cervantes proporcionó a los independentistas, y no solo a ellos, el mejor eslogan que podían encontrar para caracterizar de autoritario al Gobierno y establecer paralelismos sobre la situación general de Cataluña. La reacción ha levantado en muchos medios y ambientes una ola de indignación, y cualquier argumento es bueno para llevar aguas a molinos. Más allá de este efecto político, la suspensión ha causado honda consternación en medios culturales, incluidos escritores e intelectuales que se han manifestado en contra del proceso soberanista.
Aunque su autor ha hecho un gran esfuerzo para ajustarse a los hechos históricos, Victus no deja de ser una obra de ficción. Escrita en castellano y traducida al catalán, fue la gran triunfadora de la pasada jornada de Sant Jordi y lo fue en ambas lenguas. Más de 200.000 personas han leído sus 600 páginas, entre ellas el presidente Rajoy. Victus nunca debió ser protagonista de esta peripecia de censura pretendidamente encubierta. Los responsables deben disculparse y programar cuanto antes la presentación del libro.
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