El largo adiós de Xavi
El jugador del Barça abandona la selección española
Un año de vida tenía Xavi Hernández cuando en 1981 se publicó en Londres The Soccer Tribe, del antropólogo Desmond Morris: el mejor libro sobre fútbol jamás escrito, cuya versión en español se tituló El deporte rey.
“Atacamos cuando tenemos el balón y nos replegamos cuando lo tienen ellos”, sería la definición básica de la estrategia futbolística, aunque en la práctica, admite Morris, su evolución ha ido casi siempre hacia un reforzamiento del aspecto defensivo.
En sus orígenes, la distribución de los jugadores sobre el campo respondía a la fórmula 1-10: un portero y diez atacantes que trataban de llegar a la portería rival regateando. Pero a fines de la década de 1870, los escoceses del Queen’s Park revolucionaron el juego al introducir el pase como alternativa al regate: se trataba de conservar el balón, pasándoselo a un colega desmarcado cuando un rival trataba de recuperarlo.
Un siglo y pico después Xavi Hernández llevaba esa idea revolucionaria a sus últimas consecuencias, y a su equipo, el Barcelona, y su selección, España, a conquistar los títulos más importantes. Hace dos días comunicó que se retiraba de La Roja tras haber sido el futbolista de campo que más veces, 133, la había vestido. Debutó con ella en noviembre de 2000, contra Holanda, que fue también el rival en su último partido con España, el 13 de junio.
Rectificando su primera intención, seguirá en su casa de siempre. En enero pasado alcanzó los 700 partidos en el Barça, el récord de la historia del club. Tendrá ocasión de despedirse con calma porque tiene dos temporadas más de contrato. Los aficionados podrán admirarse todavía unas cuantas veces ante su forma de correr sobre la yerba, como si se deslizase; o sus giros sobre sí mismo para sacudirse la presión de un contrario o para otear el horizonte en versión gran angular.
Tardará en aparecer alguien con su visión del juego, sus pases al primer toque, su liderazgo sobre el campo. Pero se le recordará también por su gesto de reconciliación preventiva con Casillas cuando un sembrador de cizaña estuvo a punto de envenenar las relaciones entre los internacionales del Madrid y del Barça.
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