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Isabell II abre su valioso joyero

Kate Middleton ha lucido por primera vez una de las 300 piezas de la colección de la reina El tesoro se guarda en un refugio antiaéreo de Buckingham y está valorado en 42 millones

La duquesa de Cambridge con el collar de su abuela política, la reina Isabel II, el 11 de febrero de 2014.
La duquesa de Cambridge con el collar de su abuela política, la reina Isabel II, el 11 de febrero de 2014.CORDON PRESS

Kate Middleton sorprendió durante la gala de la Nacional Portrait Gallery de Londres durante la pasada semana. No porque reciclase su vestido de Jenny Packham, sino porque en lugar de alguna joya discreta lucía un magnífico collar de brillantes, préstamo de la Isabel II. Una señal de que es hora de empezar a presentarse en público como una futura reina y que las baratijas por las que se ha decantado en el pasado no se corresponden con las alhajas que gasta su abuela política.

La reina de Inglaterra es propietaria de un fabuloso joyero personal, compuesto por unas 300 piezas confeccionadas con rubíes, zafiros, perlas, esmeraldas o brillantes. Se le calcula un valor de 42 millones de euros, de los cuales unos 26 millones corresponden solo a los brillantes. Este tesoro se guarda a buen recaudo a 12 metros de profundidad, en un antiguo refugio antiaéreo del palacio de Buckingham y está constituido por un surtido de tiaras, collares, pendientes, sortijas y broches. No ha de confundirse con las Joyas de la Corona, depositadas en la Torre de Londres y que solo se usan en las ocasiones más formales. El joyero de Isabel II es un conjunto de regalos personales y herencias de varias generaciones de reinas. La mayoría proceden de su abuela María y su bisabuela Victoria.

Muchas de las piezas marcan fechas clave de la trayectoria vital de su majestad. Uno de los collares, por ejemplo, fue un regalo del gobierno sudafricano en su 21 cumpleaños. El broche Williamson, uno de los más famosos, incorpora un impresionante diamante rosa descubierto en Tanzania por el canadiense JT Williamson, quien se lo entregó a la entonces princesa como regalo de boda. El collar de decenas de diamantes que llevó Catalina la semana pasada fue también parte del generoso obsequio del Nazim de la ciudad india de Hyderabad con motivo de su matrimonio en 1947. Una creación de Cartier, que la reina sigue usando.

Según la periodista Leslie Field, que trabajó con la casa real británica para escribir un libro sobre el asunto, la reina de Inglaterra es muy sentimental con respecto a su joyero y siempre usa las mismas 30 piezas. Entre sus favoritas está su anillo de compromiso diseñado por el duque de Edimburgo y el broche Kensington en forma de lazo, que llevó al funeral de su madre en 2002.

La reina Isabel II, en el día de su coronación: el 2 de junio de 1953.
La reina Isabel II, en el día de su coronación: el 2 de junio de 1953.CORDON PRESS

Al tratarse de una propiedad personal, puede hacer con ella lo que desee. Por eso, de cuando en cuando abre la caja fuerte y presta alguna joya a otras mujeres de la familia. De ninguna manera se trata de regalos y, después de cada salida, las alhajas deben volver con el resto.

La reina no sigue un protocolo claro ni restringe los préstamos a cierto tipo de ocasiones. Sin embargo, parece que aquellas casadas con herederos al trono británico tienen preferencia. Entregó a Kate la tiara Halo de Cartier para su boda con Guillermo y un broche en forma de hoja de arce de la reina madre para la visita oficial de los duques de Cambridge a Canadá. Camilla también hace uso del joyero y durante su visita a Sri Lanka paseó una tiara de Boucheron que también perteneció a la reina madre. Esta pieza, conocida oficialmente como la tiara Greville tiene una historia curiosa que ilustra la variopinta procedencia de la colección. Fue propiedad de una dama de la alta sociedad, Margaret Greville, que murió sin descendencia y dejó su cuantiosa herencia a la madre de la actual reina, incluyendo un collar que supuestamente perteneció a María Antonieta. El rey Jorge VI no tenía mucha idea de qué hacer con todo aquello y lo guardó en una cámara acorazada hasta que su mujer decidió desempolvar la tiara, llevarla a Cartier, ampliarla y añadir un diamante de talla marquesa en el centro.

Entre tanta abrumadora opulencia, es reconfortante reconocer en este repertorio la mano de esa reina pragmática que desayuna cereales que guarda en Tupperware. Como se pudo comprobar en una espectacular muestra de diamantes reales, que en 2012 conmemoraba los 60 años de reinado isabelino, la monarca acorta collares, desmonta coronas y las modifica según modas y circunstancias.

Solo queda saber quién heredará el joyero de Isabel II. ¿Pasará a manos de Carlos y posteriormente de Guillermo para que dispongan de él como quieran? ¿O se repartirá entre las mujeres de la familia real? Desde el palacio de Buckingham prefieren no comentar para no adelantar acontecimientos. Pero el futuro de tan deslumbrante legado será un asunto peliagudo con alta probabilidad de provocar roces. Sucede hasta en las familias mejor avenidas.

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