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Contra la ignorancia sobre el feminismo

Manifestación por el derecho al aborto en Madrid en 1983, por RAÚL CANCIO
Manifestación por el derecho al aborto en Madrid en 1983, por RAÚL CANCIO
"Todas las gentes que no estén ciegas, bajo el influjo de prejuicios invencibles, son feministas". Adolfo Posada, 1899

Si hay una etiqueta que todavía sigue siendo objeto de prejuicios y de una permanente devaluación esa es sin duda la de feminista. En estos malos tiempos para la igualdad y para la garantía de los derechos de las mujeres, o lo que es lo mismo para la efectividad de la democracia, asistimos además a una progresiva huida de un término que es usado tanto por hombres como por mujeres en muchas ocasiones desde la ignorancia y en otras tantas desde el desprecio más absoluto. Mientras que otros conceptos vinculados a la lucha por los derechos humanos han acabado asentándose, aunque sólo sea en el ámbito de lo políticamente correcto, el feminismo sigue identificándose con los intereses parciales del colectivo "mujeres", cuando no con reivindicaciones extremistas que parecen identificar a sus protagonistas con la pura "histeria" con la que el diputado Novoa Santos calificó a la mitad de la ciudadanía en el debate constituyente de 1931.

A todo ello habría que sumar la ligereza con la que todos y todas opinan al respecto, aunque la mayoría de los y de las que hablan no hayan leído ni la tercera parte de los muchos volúmenes que atesora el pensamiento feminista. Algo que al menos algunos no nos permitiríamos hacer con respecto a otros campos del saber que no forman parte de nuestro caudal formativo.

Y es que a estas alturas del siglo XXI, y muy especialmente en nuestro país, sigue habiendo mucha ignorancia, alimentada sin duda por el orden patriarcal que sigue vigente, en torno a lo que el feminismo ha representado y representa como movimiento igualitario y como teoría política.

Porque no deberíamos olvidar que el feminismo no es solo un proceso de lucha que se inicia precisamente cuando el constitucionalismo liberal excluye de sus conquistas a la mitad de la Nación, sino que también constituye todo un marco de reflexión crítica y emancipadora mediante el que muchas mujeres -y algunos hombres- llevan cuestionando unas estructuras políticas, jurídicas y sociales que siguen marcando diferenciaciones jerárquicas entre unos y otras.

Por lo tanto, y desde esa doble consideración, el feminismo ha sido y es clave en los procesos de consolidación democrática y en la definición más completa y justa del Estado de Derecho. De ahí por lo tanto que debiera ser objeto de estudio preferente no sólo en ámbitos científicos cuya incidencia es evidente, sino en general como materia obligatoria sin la que es imposible educar para una ciudadanía capaz de ejercer sus derechos y obligaciones en condiciones de paridad. Algo que, por supuesto, desconoce la reciente reforma educativa y apenas es un mandato de buenas intenciones, en la práctica normalmente incumplidas, en nuestra legislación de igualdad.

Según Caballé, el concepto clave para explicar el feminismo español es el de resistencia, es decir, el hecho de que haya representado siempre una forma de oposición pragmática, operada desde dentro del "sistema" y tal vez más volcado hacia lo pragmático que hacia lo teórico. Además, entiende la autora que el más rasgo más constante del dicho movimiento en nuestro país ha sido no tanto la reivindicación social sino la cultural: "En España no ha sido la defensa del voto, el derecho al trabajo o los anticonceptivos, o la lucha contra el maltrato machista lo que permite unir el feminismo bajo un solo clamor, sino la aspiración tenaz, incluso obsesiva, de nuestras mujeres a ser personas, a poder superar su inmemorial condena a la ignorancia, mediante el acceso a la instrucción y la cultura".

A partir de estas premisas, Anna Caballé nos invita a realizar por un viaje por los orígenes de lo que ella denomina "feminismo literario", partiendo de las raíces religiosas del mismo en los conventos del siglo XV hasta llegar a los debates contemporáneos, pasando por momentos tan decisivos como la II República o la transición. Y dejando muy claro, además, que es un término que ha de conjugarse necesariamente en plural. Es decir, que son muchos los feminismos o interpretaciones posibles de una misma raíz, como pasa con otras teorías políticas sin que ello merezca un juicio precisamente negativo.

El feminismo en España recupera voces de mujeres que continúan siendo ignoradas en los libros de historia y subraya los de otras que todavía hoy sólo son valoradas por quienes entendemos que no se puede ser demócrata sin ser feminista. Y las sitúa en el lugar que les corresponde, es decir, en el de un protagonismo esencial en la larga lucha por construir una sociedad en la que hombres y mujeres podamos gozar del acceso a los saberes, a los poderes y a los bienes en condiciones de igualdad. Por todo ello, es una lectura reconfortante y alentadora en estos meses en los que está resultando tan complicado encontrar razones para el optimismo.

Debería ser leído y subrayado por quienes continúan sometiendo el feminismo a un escrutinio injusto e infundado, así como por aquellos y por aquellas que parecen no entender que cualquier ataque contra la igualdad es un ataque al corazón mismo de la democracia. Y, por supuesto, debería convertirse en libro de cabecera para quienes seguimos en el compromiso de construir la "sociedad democrática avanzada" de la que habla el preámbulo de nuestra malherida Constitución. Una lucha en la que los hombres tenemos mucho que decir después de tantos siglos de monopolio de los púlpitos, para lo que no estaría de más que empezáramos formándonos en igualdad y conociendo a todas esas mujeres que la Historia ha situado en los márgenes. Las que han sido, como bien nos recuerda Caballé, tan necesarias para alumbrar una sociedad en la que, al menos como objetivo, ningún individuo sea excluido de la ciudadanía por razón de su sexo. Porque no deberíamos olvidar que, como bien sentenció Clara Campoamor en plena lucha por el sufragio verdaderamente universal, "solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar, las demás las hacemos todos en común". Algo que, por cierto, parecen todavía desconocer Gallardón y compañía.

Comentarios

La mujer posee la cordura, e inteligencia necesarias, para saber lo que quiere en cada momento. Un hijo debe de ser deseado por ambos sexos, además de otros supuestos, y si eso no ocurre, el cuerpo femenino receptor, tiene el derecho de decidir, según su convicción más sincera, sin necesidad de que mentes ajenas, le impongan sus voluntades basadas en ideologías, o religiones.
Creo que la clave está en eso, de que todos hablamos con ligereza sobre el papel de las mujeres en la sociedad. Incluso esa verbalización nos da la excusa perfecta para mostrarnos en público abiertos a la igualdad y seguir aferrados a la explotación y desverguenza en privado. Creo que esta sociedad sufre la mayor hipocresía jamás recordada, todos hablamos públicamente a favor de la homosexualidad, de las mujeres, de los inmigrantes, pero en privado somos tan homófogos, racistas, antifeminista como éramos desde siempre.http://interesproductivo.blogspot.com.es/2013/08/el-desgaste-de-la-restriccion.html
Sería conveniente eliminar los "ismos" ya que feminismo y machismo simplemente emanan odios y lucha por el poder, que no es lo mismo que la Lucha por la Igualdad de Oportunidades. La mujer es símbolo de afectividad y el varón es símbolo de reflexión. No son opuestos, son, en síntesis, complementarios de la Vida. Curiosamente, las guerras mundiales del siglo XX fueron la base del acceso de la mujer a la Ciencia, a la Política y al trabajo en talleres, fábricas y administración. ¡Saludos al siglo XX¡
Los comentarios de Ramon y Nely son testimonio de la ignorancia enorme en la que está sumergida gran parte de la población española. Doy gracias a los movimientos feministas que liberaron a tantas mujeres- quizá no aquí en España pero sí en muchos otros países- sin el feminismo la vida de millones de mujeres y hombres hubiera sido mucho más dura de lo que fue. Larga vida al feminismo, aunque lo ensucien! Gracias Octavio.
Perdón : Malinterpreté el comentario de Nely porque me pareció un poco paternalista.Ante todo, por encima de que la mujer sea tal o cual, la mujer es persona y debe ser considerada como tal, con los mismos derechos y obligaciones que un hombre.Un ser humano que ha de ser liberado sea como sea. El fracaso del feminismo será fracaso de la democracia. Nos jugamos mucho en esto.
En el mundo académico no se habla de feminismo sino se los parte en tres: El primer feminismo que reivindicaba derechos políticos (el sufragio universal) el segundo feminismo que reivindica la igualdad de derechos laborales y sociales con el hombre (paridad salarial, por ejemplo) y el tercer feminismo que reivindica el derecho a la diferencia (tomar en cuenta las consecuencias de la maternidad, tender lazos con los colectivos LGTB). El feminismo, como cualquier otro producto humano, es un proceso histórico siempre en movimiento.
comentario por Ola.Coincido en que la mujer es persona y ella puede decidir: así lo expreso en mi comentario. No veo donde está el supuesto paternalismo.
No debemos olvidar lo mucho que, en este país, debemos las mujeres a la Sección Femenina. Ellas fueron la versión del feminismo europeo en la terrible época franquista. Gracias a todas aquellas grandes mujeres.
Hace no mucho entendí que quienes igualan feminismo a que "las mujeres quieren imponerse a los hombres", son gente que sienten que la pérdida de privilegios es una pérdida de derechos. Por ejemplo, gente que veía natural que una mujer casada tuviera que pedir permiso al marido para abrir un negocio y que necesitase su firma para abrir una cuenta corriente. Son los mismos que dicen que "el hombre también debería poder opinar sobre el aborto" cuando lo que realmente quieren decir es que ellos son los que deberían tener la última palabra. Y así sucesivamente. Están tan acostumbrados a mandar y tienen tan internalizado que esta bien que alguien esté por encima del otro, que ni tan siquiera conciben una situación de igualdad. Y al no entender en qué consiste la igualdad, asumen que las mujeres quieren "estar por encima". Además, para ellos, una situación en la que la mujer hace todas las tareas de la casa o los sacrificios, es "igualdad" porque, en su mundo, es "voluntario" y si por lo que sea una mujer les dice que no, que no es voluntario, entonces tiene que ser porque las "feministas les han comido el coco". El ver a una mujer como una persona con ideas y deseos propios no entra en los esquemas. Sin contar con que ellos no pueden ser machistas ¿verdad? Machismo es lo que hacen en otras culturas, ellos son buenos y si no fuera por las feministas, seguro, seguro, que sabríamos apreciarlo... Etc, etc, etc. En resumen, que los cambios llevan tiempo, pero a la larga son lo mejor.
La mayor parte de la gente cree que el feminismo es un machismo al revés. Esta idea aberrante es alimentada por algunas supuestas feministas que creen que la liberación de la mujer y la lucha por la igualdad es una lucha de mujeres contra varones, lo cual es un grave error.En realidad es una lucha contra el sistema, puesto que la ideología machista o patriarcal, que tiene milenios de antigüedad y por lo mismo una gran fuerza entre hombres y mujeres, sin distinción, es una base fundamental del sistema social en que vivimos en todo el mundo. Casi todos los hombres y casi todas las mujeres, incluyendo las consideradas feministas, tienen claramente sin superar la mentalidad o ideología del patriarcado.

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