Un pop up en pareja
Su nombre aparece en una de las webs más originales que he visto en los últimos tiemposhttp://www.spanishhipster.com/, donde figuran los restaurantes españoles Nerúa, Mina, Ricard Camarena, 41º Experience y varios madrileños a la última.
Ramírez permaneció durante algún tiempo en el restaurante Per Se neoyorquino junto al famoso Thomas Keller. Trabajó con su pareja, la pastelera Pamela Yung, en las cocinas de El Celler de Can Roca http://www.cellercanroca.com/ . Luego proseguirían su aprendizaje en el Els Casals http://es.hotelelscasals.com/ junto a Oriol Rovira. Él es un puertorriqueño de orígenes españoles. Ella nacida en Norteamérica de padres chinos. Ambos ciudadanos de Estados Unidos.
Ahora atienden cenas privadas por encargo y se ganan la vida con un restaurante pop up, denominado Chez José, que a todos los efectos no existe. Solo cocinan los martes y los jueves por la noche en una modesta taquería mexicana de Brooklyn que cierra a esas horas, justo para 10 comensales en mesas altas con taburetes.
Para reservar solo hay un sistema, enviar un mail a su correo: chefjosebk@gmail.com Con algo de paciencia se consigue mesa. Yo la tuve y el pasado jueves participé en un ágape que me resultó apasionante.
José nos recibió a la puerta con un abrazo y estas palabras: “¿Habéis traído vino? Perdón, se me olvidó decíroslo. Nosotros no lo servimos. Aquí al lado hay una tienda de comestibles. Igual conseguís una botella” Eran las 21,30 pasadas y solo logré un botellón de cerveza. Afortunadamente, nuestros simpáticos compañeros de mesa nos invitaron a tinto italiano.
Cuando nos habíamos acomodado Ramírez hizo algunas reflexiones. Nos comentó que en estas cenas se conoce gente de energía contagiosa y que deseaba que la experiencia nos ayudara a disfrutar de sus platos.
A velocidad de vértigo la pareja comenzó a servir un menú que montaron y sirvieron sin ayuda. Salvo un detalle nimio, todo verduras. En conjunto, armonías de sabores poco habituales y enormemente resultonas. Cocina sin alardes técnicos basada en mezclas muy originales.
Recaudan 900 euros a la semana, es decir, 3.600 mensuales. De ahí tienen que pagar las materias primas y el alquiler de la taquería. ¿Les compensa, me dije? Harán otras cosas, volví a repetirme. Su pop up cuenta con lista de espera. Podían subir el precio, pero no quieren. En Nueva York sobran foodies para estas experiencias.
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