Guillermo y Máxima: cómo convencer a los críticos en 10 años
Los herederos del trono de Holanda se casaron marcados por el pasado de la princesa, hija de un ministro de Videla. Nadie apostaba por ellos
Hace tiempo que la noticia se esperaba. En las calles de Holanda y en las cortes europeas se habla del asunto con cierta naturalidad. A nadie le podía sorprender que Beatriz de Holanda estuviera meditando abdicar, es prácticamente una costumbre entre los miembros de la casa de Orange. Beatriz cumple el jueves 75 años, su estado de ánimo se ha visto afectado por el accidente ocurrido hace un año que mantiene en coma a su hijo Friso, y lo más importante, Guillermo y Máxima, los príncipes herederos, han demostrado ante los suyos que están listos para reinar. Aunque hace 10 años nadie diera un duro por la pareja.
Guillermo Alejandro de Orange será el primer varón que reinará en Holanda en más de cien años, y junto a él ocupará el trono la argentina Máxima Zorreguieta, uno de los miembros más valorados de la familia real, pese a que inicialmente fue vista con recelo por el pasado de su padre, ministro de Agricultura durante la dictadura del general Videla. Hasta el punto de que en aquella boda real un grupo de manifestantes lanzó al paso del carruaje de la pareja una bolsa de pintura blanca, amén de obsequiarla también con una pequeña cacerolada. Los padres de la novia no fueron invitados, y vieron cómo su hija se convertía en princesa desde la habitación de un hotel en Londres.
La pareja también encontró reticencias entre la clase política. Aunque finalmente el Parlamento holandés aprobó el matrimonio, el enlace contó con la oposición de 15 diputados y senadores. Algunos de los partidos que estaban en el Gobierno votaron en contra, y el partido socialista, que se opone a la existencia de la monarquía, se abstuvo en pleno. Hubo otro grupo de corte protestante, el SGP, que se quejó porque Máxima era católica, pero al final decidió votar a favor, dado que se anunció que los hijos de la pareja iban a ser educados en la fe reformista protestante, como siempre ha ocurrido en el seno de la casa real holandesa.
Ahora eso datos solo forman parte de la hemeroteca, ya que Máxima se ha ganado el favor de los holandeses con su trabajo y su simpatía. En las cortes europeas ella se ha ganado el título de la más divertida, y Guillermo, gracias a ella, ha ganado puntos entre la opinión pública. Lejos ha quedado la imagen de ese chico paliducho y algo soso. Pero nadie duda de que detrás de la formación de la pareja ha estado la mano de Beatriz de Holanda. La reina ha sido su mejor promotora en estos últimos años, tanto en Holanda como fuera. Los príncipes la han acompañado en todos los viajes oficiales.
En estos diez años de casados, la pareja solo se ha visto rodeada de críticas por sus inversiones inmobiliarias. En 2009 se compraron una casa en Mozambique, y el revuelo fue tal que tuvieron que renunciar a ella. Las dudas sobre la ubicación —la lejana playa de Machangulo, frente al Océano Indico— y los arreglos financieros de los socios principescos forzaron al final su venta. Se desveló que Guillermo y Máxima habían pagado una parte de la propiedad (la suma total no trascendió) a una inmobiliaria radicada en la isla de Jersey, paraíso fiscal del Canal de la Mancha.
Dos años después, Guillermo y Máxima se compraron una villa de lujo en Kranidi, en el Peloponeso griego. La mansión costó 4,5 millones de euros, según el periódico holandés De Volkskrant. Compuesta de tres viviendas, una superficie de 4.000 metros cuadrados y piscina, playa y puerto privado, la compra también fue objeto de polémica por el momento en que se realizaba, con una Europa en crisis.
Guillermo llegará al trono con 45 años. Titulado en Historia y con licencia de piloto, su gran pasión son los aviones, y en más de una ocasión ha confesado que si su futuro no estuviera marcado su profesión sería esa. Máxima es economista. La pareja tiene tres niñas: Amalia, Alexia y Ariana.
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