Cristina García Rodero, la autora de la sesión

Si bien el retrato por encargo no es su especialidad, la sesión con los príncipes de Asturias no es la primera del estilo que realiza Cristina García Rodero (Puertollano, 1949). La Casa del Rey pensó en ella por su calidad y por no estar vinculada a ningún medio español en concreto. Durante varios días, hizo de la casa de los Príncipes su escenario. El reportaje supone un antes y un después en las fotos de la familia real, hasta ahora más clásicas y estáticas. Primero se hicieron los retratos de Letizia; en otra sesión, la Princesa posó con su esposo, y finalmente se unieron las hijas, siendo estas últimas las instantáneas que más veces se tuvieron que repetir.

La fotografía documental marca el trabajo de García Rodero desde que en los setenta, y “a bordo de un seiscientillos”, recorriera las maltrechas carreteras de España para ir retratando las fiestas populares. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense, compaginó su trabajo en la enseñanza (en un instituto y luego en la universidad) con su pasión de ir registrando las festividades y su relación con la religión. Así nació su primer gran proyecto, España oculta, compendio imprescindible de la evolución de este país a través de sus celebraciones más arraigadas.

García Rodero siempre había trabajado en blanco y negro, buscando registrar una realidad en la que su presencia se diluye en el resultado final. “No soporto que los retratados hagan muecas o gracias a la cámara. Yo quiero pasar lo más desapercibida posible”, explicaba en una entrevista de 2011 a este diario. El reconocimiento unánime del gremio quedó patente cuando en 1996 se le concedió el Premio Nacional de Fotografía. En 2009 se convirtió en el primer nombre español en formar parte de la agencia Magnum, fundada por Cartier Bresson y Capa, y cuya entrada está reservada a los fotógrafos más prestigiosos y persistentes. El Guggenheim de Bilbao acoge una exposición suya desde el 25 de septiembre hasta el 13.