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Verdasco explota más allá de la pista

Se codea por igual con Nadal y con Enrique Iglesias, posa desnudo y acumula fans en Twitter El tenista madrileño, a un paso de los juegos de Londres, cultiva su faceta mediática

Juan José Mateo
Fernando Verdasco, fotografiado en marzo de 2009 para El País Semanal
Fernando Verdasco, fotografiado en marzo de 2009 para El País SemanalJuan Aldabaldetrecu

Hay sudor en la pista y glamour en el banquillo. Cuando el jueves 10 de mayo Fernando Verdasco tumbó a Rafael Nadal en el Abierto de Madrid, dando un paso de gigante en su sueño de clasificarse para los Juegos de Londres, cayó a plomo sobre la tierra azul y acudió luego a abrazarse a la gente de su banquillo. Allí estaba su padre, José, el patriarca de una familia que regenta tres restaurantes madrileños, El Café de Chinitas, La Cañada y La Bola. Allí estaba su pareja, Jarah-Evelyn Makalapua Mariano, modelo hawaiana. Y allí estaba Tomás Carbonell, su agente, que trabaja para la Creative Artists Agency (CAA), la gigantesca empresa internacional que representa también a Brad Pitt, Tom Cruise, Sting o Beckham. Esos abrazos son la señal de que este tenista no es un tenista cualquiera. Es otra cosa: “Una persona muy mediática y dada a la publicidad”, según resume su mánager. “Un compendio de tres cosas muy difíciles de encontrar juntas: carisma, calidad tenística e imagen vendible a nivel publicitario”.

“Ser actor es una de sus ilusiones, igual que hacer algún pinito como modelo”

Hay un dato que fotografía con precisión el tirón de Verdasco. El 5 de mayo, el madrileño decidió abrirse de nuevo una cuenta en Twitter. Sus dos primeros mensajes le describían como el punto de encuentro entre dos mundos, el deportivo y el artístico, el tenístico y el cool. El primero advertía de que estaba junto a Nadal en el primer concierto de Enrique Iglesias en la capital de España en más de diez años. Luego enviaba una foto que los reunía a los tres abrazados. En menos de quince días, el madrileño, que tuitea en español e inglés, cuestión de contentar a su audiencia planetaria, suma más de 11.000 seguidores. En la red social se resumen las dos inquietudes que marcan su vida. Le dan la bienvenida la estadounidense Serena Williams, tenista campeona de 13 grandes campeonatos, y Alejandro Sanz, uno de los músicos españoles más internacionales, que le considera su “amigo”. De nuevo, Verdasco pisa la pista y la alfombra roja al mismo tiempo.

“Ser actor es una ilusión que tiene Fernando, igual que tiene la de hacer algún pinito como modelo”, cuenta por teléfono Carbonell. “Se siente cómodo con eso. A él le gusta. A él, esas ilusiones no le merman como tenista. Es verdad que es una persona particular. No es un jugador al uso, no es el típico tenista que piensa al ciento por ciento en tenis, y solo en el tenis”, añade. “También hay que decir que no es el único tenista que es así. Compagina sus aficiones con su profesión”.

AMIGO Y RIVAL

Se juega con Feliciano López, su gran amigo, la última de las cuatro plazas olímpicas españolas en Londres 2012. Les separa un número infinitesimal de puntos. Por eso Verdasco ha pedido una invitación para participar en Niza. Es la vuelta al lugar del crimen. Allí, en la final de 2010, perdió con el local Gasquet y copó portadas por sus gritos durante el duelo: “¡El peor público del mundo! ¡Putos franceses!”.

Esa peculiar combinación demuestra que el madrileño, de 28 años, es muchas personas en una. Está el tenista instalado entre los 20 mejores del mundo (actualmente ocupa el puesto 16 del ranking ATP), un zurdo peligrosísimo, ganador de cinco torneos y con un potencial único, según todos sus rivales. Está el amante de los coches, desde el Lamborghini Gallardo descapotable naranja que conducía en 2008 hasta el Mercedes plateado que vino luego, pasando por un Audi R8. Está el hombre de familia, ese que sueña con el título de patrón de barco, con madrugones y olas tempraneras en Huelva, de Punta Umbría a El Portil y El Rompido, la zona en la que busca descansar con los suyos. Está el chico que cubre con su pareja y en moto de agua la distancia que separan Ibiza de las calas de Formentera. Y está, finalmente, el modelo que viene, el actor que sueña y el famoso que se atreve a posar completamente desnudo con fines solidarios. No es casualidad que Calvin Klein empapelara el mundo con sus músculos cincelados, ni que él haya llegado a volar en mitad de la temporada de Madrid a Nueva York para hacer un anuncio de relojes de unas pocas horas. “Esas cosas le ayudan en la pista, porque le hacen sentirse importante”, confiesan sus familiares. “Eso le refuerza en el tenis”.

“Engloba carisma, calidad tenística e imagen vendible a nivel publicitario”, resume su agente

Verdasco, que sueña con volver al top-10, fue el héroe de la Copa Davis ganada a Argentina en Mar del Plata 2008. También un imán para los paparazis, los publicistas, las pasarelas y las alfombras rojas. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. El madrileño, que un día se corta al pelo como un mohicano, al otro se lo rapa al cero y al tercero luce melena, lo sabe. “Fernando tiene un look que gusta, es fotogénico, y además se presta a estas cosas”, resume Carbonell. “Si es necesario, es capaz de estar un día entero para buscar con el fotógrafo la imagen perfecta”, cierra.

“Recuerdo perfectamente una sesión de fotos que compartimos, en la que salía en plan Gladiator”, cuenta Juan Aldabaldetrecu, que le fotografió para EPS semidesnudo, marcando abdominales y enseñando los dientes como un boxeador antes del primer asalto. “Se dejó llevar. Torso desnudo. Fuerte. Le gusta esa imagen”, continúa. “Llega Federer y no le pides eso, porque nunca has visto fotos suyas así. A él, por lo menos, sí que se le pueden proponer cosas”.

Desde el 27 de mayo, París espera a Verdasco, el verdugo de Nadal, el titán de la tierra. Llega Roland Garros y una oportunidad para que lluevan los flases, dentro y fuera de la pista. El madrileño está a un paso de los Juegos de Londres.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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