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La muerte vuelve a sacudir a los Kennedy

Mary R. Kennedy fue hallada muerta en el establo de su casa en Nueva York Era una afamada arquitecta ecologista, casada con el sobrino del malogrado presidente

Mary Kennedy, con su marido, en 2009.
Mary Kennedy, con su marido, en 2009.BRIAN SNYDER / POOL (EFE)

De nuevo, la maldición de los Kennedy. Mary Richardson Kennedy, esposa separada de Robert Kennedy Jr., sobrino del malogrado presidente, murió el pasado miércoles, a los 52 años, al ahorcarse en un pequeño establo detrás de la casa familiar en Bedford, Nueva York. Junto a ella, se encontró una nota, que la familia mantendrá en secreto. Los servicios de emergencia trataron de reanimarla pero nada pudieron hacer por ella, como nada parece que pueda evitar el a veces terrible destino de los miembros del clan Kennedy.

En su día, el 1 de abril de 1994, Mary Kennedy tuvo todo lo que cualquier chica de la jet set norteamericana podía desear. A los 34 años, era una prometedora arquitecta en el estudio Parish-Hadley de Nueva York. Se casaba con un Kennedy en un barco en el río Hudson, frente a Stony Point. Había sido amiga del clan desde edad muy temprana. Esperaba, además, al primero de sus cuatro hijos con Kennedy. Entraba en la familia, el admirado Camelot, aun a sabiendas de su funesto pasado.

La mayor tragedia de los Kennedy fue el magnicidio del presidente, John, en Dallas en 1963. Su mujer, Jacqueline, había perdido a dos hijos: tuvo un aborto natural en 1956 y su hijo Patrick murió a los dos días de edad en 1963. El hermano mayor del presidente, Joseph, había muerto en Europa, en la Operación Afrodita de la Segunda Guerra Mundial, en 1944. Luego llegó el asesinato, a tiros, en Los Ángeles, de Robert, senador y aspirante a la presidencia, el que hubiera sido suegro de Mary. Como muchos miembros de la familia, no vivió para ver tiempos mejores.

En aquel día de la boda de Mary con Robert, otras desgracias aguardaban al clan Kennedy. Sobre todo, la muerte en un aeroplano de John-John, hijo del presidente, en 1999, frente a las costas de Massachusetts. Poco a poco, ella tomaría el relevo en esa segunda generación de infortunios, para convertirse en la última víctima de una infelicidad para todos obvia.

Los diarios norteamericanos informaron, en 2010, de su separación de Robert. La policía acudió en dos ocasiones a la casa familiar, atendiendo a llamadas de socorro nunca aclaradas. El 15 de mayo de aquel año fue arrestada por conducir bebida. El 21 de agosto del mismo año corrió una suerte similar, al ser detenida por estar al volante después de haber tomado una fuerte dosis de una sustancia legal que se mantuvo en secreto, probablemente un analgésico. No se presentaron cargos.

Como arquitecta, Mary tenía una causa: la sostenibilidad. Había convertido una mansión de 1920, de estilo colonial y ladrillo rojo, en un verdadero prodigio de la eficiencia energética, con sistemas de calefacción solares y geotermales. Era el proyecto de su vida, su tesoro, acabado en diciembre de 2009. Una vez ultimado, lo quedó para ella tras su separación.

Su viudo, ya que nunca firmaron los papeles de divorcio, llegó a la casa el miércoles, pasadas las 20.00, con aspecto compungido, dudando de si entrar, según los reporteros que le esperaban a las rejas. “Mary era excepcional en la amistad, una arquitecta tremendamente talentosa y una pionera y defensora inagotable de diseño ecológico, que mejoró sus creaciones de vanguardia y energéticamente eficientes con su exquisitez y estilo”, dijo la familia en un comunicado.

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