Cavilaciones acodado en la ventanilla de un avión
Las luces de la cabina se han apagado y el pasaje se prepara para una larga noche de avión. Otra larga noche interoceánica en un estrecho asiento de un Boeing o de un Airbús; no sé ni cuantas como ésta he vivido ya.
La pantalla de entretenimiento lanza destellos de colores que flashean en la oscura cabina como el caleidoscopio de una aurora boreal. El mapa de situación dice que volamos sobre un punto indeterminado entre Turquía, Irán y Azerbayán.
Me acodo en la ventanilla y allá, muy abajo, perdidos en la negritud tridimensional del espacio veo espejear pequeños puntos luminosos, como islas de luz en un océano de oscuridad. Luciérnagas anónimas en la quietud de la noche.
Se intuyen aldeas, casas aisladas, caminos, laderas, valles, cultivos. ¿Quién vivirá en ellas? ¿Qué lengua hablarán? ¿Qué comerán? ¿cómo será su vida en ese lugar anónimo e ilocalizable que veo pasar lentamente 10.000 metros más abajo?
Por un instante nuestra vidas se cruzan. Yo les observo, aunque ellos no pueden verme. Veo como son sus pueblos, cuantos meandros forman sus ríos, como serpentean sus caminos por las curvas de nivel de la montaña, cuantas basuras se acumulan en el patio trasero de sus casas, cómo son sus postes de telefonía, sus campos de labor, los tejados de sus granjas, la planimetría de sus ciudades.
Y sin embargo, no sé ni nunca sabré qué región sobrevuelo, cómo se llama ese pueblo, a dónde va a desembocar ese río, a quién pertenecen esos cultivos.
El avión es una máquina sorprendente. El verdadero túnel del tiempo. Por un instante me permite ver a vista de pájaro mundos lejanos y ajenos, mundos anónimos que nunca más volveré a ver. Si el avión cayera ahora mismo ¿en qué siglo caería? ¿En una aldea perdida de Azerbayan¿, ¿en una selva remota deÁfrica?, ¿en un valle del Himalaya donde nunca han oído hablar de la modernidad?
De vez en cuando en la negritud aparecen varias ciudades a la vez, refulgentes como galaxias elípticas, interconectadas por líneas de luz como una red neuronal. Las separan cumbres, sierras y crestas de altivas montañas (o quizá no son tan altas; desde aquí todo se ve en plano horizontal). ¿Cuanto se tardará de una a otra por carretera? ¿Estarán enfrentadas entre sí?¿rivalizaran? ¿se verá una ciudad desde la otra como yo las veo ahora o son realidades ajenas y distantes entre sí por centenares de kilómetros? ¿serán conscientes de que existen un punto en el espacio –el que yo ocupo en este momento- en el que un observador puede verlas todas a la vez?
Veo un coche circular por una carretera iluminada con tenues farolas naranjas. Es como un hilo de cobre tendido en el desierto de la oscuridad. El coche se desplaza lentamente (al menos así lo parece desde 10.000 metros de altitud). Dentro alguien escuchará música, fumará, discutirá con su pareja, soñará o comerá un sandwich con una mano mientra maneja el volante con la otra sin ser consciente de que alguien en ese momento (yo) lo observa desde el cielo. ¿Quién lo esperará? ¿a dónde se dirigirá? ¿por qué estará ahora mismo en esa carretera? ¿a qué país pertenecerá?
A 10.000 metros de altitud, acodado en la ventanilla del avión, en la oscuridad de una cabina que se prepara para otra larga noche interoceánica, soy el ojo del águila.
Planeo por un instante fugaz sobre la vida.
Sobre la vida de los otros.
Y tú ¿qué ves cuando te acodas en la ventanilla de un avión?
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