Tener hijos te desmiente
La frase es de una colega de la redacción de Barcelona. “La vida me ha desmentido”, sentenció la otra noche durante una sobremesa. Lo de los desmentidos es muy periodístico, cuando alguien, un gobierno, un alcalde, un ministro o una empresa niega algo publicado: “Fulanito desmiente rotundamente que esto o lo otro”. La frase es genial referida a la maternidad. Tener hijos te desmiente. Constantemente. Ahí van algunos ejemplos.
Piensas que la gente exagera. Que eso que dicen de que con un recién nacido no se puede hacer nada, o se hace todo tarde, es porque no se organizan. Hasta que el primer día de hospital, a eso de las once de la mañana, entran las enfermeras a la habitación y se llevan tu desayuno intacto. ¡No!, gritas desesperada por ese café con leche helado y esa tostada sin sal. Entre el bebé, el chapapote que caga, la teta y las visitas, acabas de entrar en el maravilloso mundo del segundo plano. Primer desmentido. Welcome.
Son dos niñas, pero en casa hay todo tipo de juguetes, porque te piensas que molas y eres partidaria de una educación no sexista. Pelotas y coches se aburren en los cajones, mientras las niñas se entregan a pintarse hasta la última uña del pie más enjoyadas que Castafiore. Ahí las tenéis, en pleno desmentido, jugando a cocinitas vestidas de princesa mientras coreaban “Ai se eu te pego”. El pack completo.
Te parece una idea genial que tus hijas vean los dibujos animados en inglés, así se acercarán al idioma sin darse cuenta. Pero la vida te desmiente: resulta que pasan olímpicamente de los dibujos animados. Nunca, jamás en cinco años han visto más de un minuto seguido. Solo les gustan los dvd de Pipi Calzaslargas y se petan de risa viéndolos en portugués, que es la segunda lengua en la que los ofrece Planeta Junior.
Dos años después del nacimiento de la segunda, el nivel de celos de la primera desciende. Qué descanso, no lo hemos hecho mal, ha exteriorizado los celos y hemos acompañado el proceso, por fin la cosa se calma… Eso piensas hasta que descubres a la segunda con unos arrebatos terribles. Desmentido. Los celos no terminan. ¿Nunca? Son vasos comunicantes. Cuando la mayor baja el nivel de alerta a 80, es porque la pequeña está a nivel 20.
Hay decenas de ejemplos de desmentidos. Regalos que habías jurado que no aceptarías pero aceptas para evitar un estallido diplomático familiar; salidas en grupo organizadas durante meses por la que escribe que acaban en el sofá de casa, con una niña en pijama, con otitis y jarta Dalsy a tu vera. O al revés, objetos por los que no dabas un duro pero que acaban resultando imprescindibles para tus retoñas… No solo te desmiente. Siguiendo con la terminología periodística: a veces la maternidad es una fe de errores.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.