El talonario resucita a Carmen Miranda
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar los cuatros sobrinos de la mítica cantante brasileña para rentabilizar su nombre?
Aunque realmente nació en Portugal, fue considerada en su día “la brasileña más universal”, referente sensual y global del tropicalismo. Llegó a ser la mejor pagada de Hollywood durante los años cuarenta y falleció a la edad de 45, víctima de sus excesos de alcohol y drogas. Cincuenta y seis años después de su muerte, la fiebre por convertir a la cantante y actriz Carmen Miranda en una marca de todo lo posible e imaginable ha resucitado con fuerza.
Cada día, sus herederos reciben 20 peticiones de autorizaciones de todo el mundo para colocar su nombre en los objetos más impensables: biquinis, libros, heladeras, globos aerostáticos, zapatos, joyas y hasta congresos de gastronomía.
Ahora, ante la renovada ansia por su figura, sus herederos, cuatro sobrinos, han decidido poner fin a 14 años de procesos judiciales por el uso ilegal de su nombre. Han disuelto la empresa familiar y han entregado la gestión de la marca Carmen Miranda a la empresa UP-Rights, la misma que cuida los derechos de dos grandes artistas brasileños: Zeca Pagodinho y Beth Carvalho.
Los litigios por recuperar el nombre de la actriz llegan hasta la Caixa Económica Federal de Brasil, que ha usado ilegalmente una imagen de una de sus películas más famosas, Alõ, Alõ carnaval, en un billete de lotería. Y hasta España: se ha bautizado con el nombre de la diva a una red de empresas de frutas y hortalizas, según ha informado su sobrina, María Paula Richaid.
A la familia de la cantante le reprochan el uso comercial de una estrella que ya es “patrimonio nacional” y que fue considerada en los años treinta, auge del nacionalismo brasileño, como la gran embajadora del país en el mundo. Los herederos, por su parte, ya no se conforman con percibir unos 1.200 euros anuales por los derechos de sus 20 películas, y se disponen a lanzar trajes de baño, un libro infantil sobre su vida e historia, una línea de maquillaje y dos grandes campañas publicitarias internacionales.
Cada día, sus herederos reciben 20 peticiones de autorizaciones para colocar su nombre en los objetos más impensables
Miranda trabajó en una tienda de sombreros de la que fue expulsada porque se pasaba el tiempo cantando. De allí surgió, quizá, la fantasía frutal que enloqueció a Hollywood. Tras ser descubierta en la radio, Carmen Miranda despegó con sus 1,52 metros de altura como un meteorito. En Estados Unidos, donde popularizó la samba y vendió 10 millones de discos, nunca quisieron que hablara bien inglés. Allí fue invitada a cantar en un banquete para Franklin D. Roosevelt. En esa época no solo se convirtió en la actriz mejor pagada, sino también en la que más impuestos pagaba de todos.
La vuelta en 1955 de sus restos mortales a Río fue un acontecimiento nacional. Medio millón de personas siguieron el carro fúnebre de la actriz y cantante.
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