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EL DEDO EN EL OJO
Columna
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“Te puedes quedar ciego de ‘photocall”

Ilustración del diseñador David Delfín
Ilustración del diseñador David DelfínTOMÁS ONDARRA

Pregunta. Dicen que no ha estado mal su desfile de la pasarela madrileña. ¿Qué ha inventado desde que empezó con aquellas mujeres encapuchadas y con sogas al cuello?

Respuesta. Han pasado diez años, y con trabajo y perseverancia he ido construyendo la identidad de David Delfín, que tiene que ver con cierta androginia, cierta austeridad.

P. ¿Por qué nadie se pone luego lo que se ve en las pasarelas?

R. Hay gente que se lo pone. Pero la pasarela también es teatro, fantasía, muchas cosas. Aunque hay un público. Con que pensemos en Lady Gaga…

P. No me dirá que ha vendido mucho su pantalón de tres piernas.

R. No, pero alguno sí, para coleccionistas. Nadie tiene tres piernas, pero la tercera se giraba hacia delante o hacia atrás y dejaba una especie de faldón muy favorecedor.

A CORTA DISTANCIA

Nos vemos en su nuevo estudio-taller, un garaje adaptado a las nuevas circunstancias. Reconoce que la crisis no perdona. Pero sigue haciendo mil cosas: prepara la colección primavera-verano de 2013, se va a Chicago a hacer un vestuario para el Luna Negra Dance Theatre, va a comisariar una exposición de moda, busca sacar un perfume. Habla entre maniquíes, zapatos de al­tura imposible, burros de ropa, bolsos. Y explica: “La venta de ropa ha bajado, pero como somos inquietos…”.

P. Lo militar es recurrente en usted. ¿Se lo ha agradecido algún general?

R. Pues todavía no, la verdad. Y me sigue gustando. Mi padre estuvo en la guerra de Sidi Ifni y fue paracaidista, y de pequeño he tenido todas esas imágenes como muy cercanas a mí.

P. Lo suyo es marcial.

R. Bueno, sé lo que es la disciplina, sí.

P. ¿Su fanatismo por el psicoanálisis no vuelve un poco loco a su entorno?

R. De ese fanatismo me curé. He vuelto a psicoanalizarme ahora, y creo que ayudo a mi entorno. El psicoanálisis te ayuda a quitar hierro a las cosas. Te das cuenta de que nada es tan grave.

P. ¿Qué diría Freud de sus trapitos?

R. A lo mejor diría que mi moda es un poquito esquizofrénica.

P. ¿Hay algo de usted que no le guste o no se besa porque no se llega?

R. Hay un montón de cosas de mí que no me gustan. Pero ¿qué más da? Al final, lo que tenemos que aprender es a relacionarnos con nuestros deseos inconscientes, con nuestras virtudes y nuestros defectos.

P. Confiese algo en lo que no se guste.

R. Hay veces que me pongo muy pesado y obsesivo. Pero en el mundo de la moda, ser obsesivo es genial. Preparando un desfile me pongo insoportable. Ser pesado me viene de familia.

P. ¿Cuál de los cinco sentidos le enseña más?

R. Yo creo que la vista. A mí me sientas en un banco de estos horrorosos que tenemos en la Gran Vía de Madrid y me entretengo un buen rato. Soy muy observador, y no solo de la superficialidad, sino también de las actitudes, las miradas, las intenciones.

P. ¿Qué hay más en usted: surrealismo o cuento?

R. Si entendemos cuento vinculado a la fantasía… Mi trabajo está lleno de metáforas, y hay una historia detrás que mezcla la realidad con la ficción. Pero yo tengo los pies muy en el suelo. Y el surrealismo me interesa mucho.

P. ¿Trata de sorprender o es que tiene una cabeza complejita?

R. Tengo una cabeza complejita, pero no mucho más que la de cualquiera. La moda te obliga a sorprender y a renovarte casi cada seis meses. Mi principal obsesión es emocionar a la gente.

P. No quiero ni pensar cómo serán sus sueños si despierto hace estas cosas.

R. Sueño cosas abstractas y absurdas. Hace poco iba como nadando –yo, que aunque me apode Delfín nado como un perro– y me adelantaban niños y niñas. Me desperté como muy angustiado.

P. Igual es la competencia, que viene ya desde muy joven.

R. Es lo que dicen (ríe). Siempre hay otro más joven, con más talento, más guapo y más de todo que viene detrás.

P. Tiene dos obsesiones: la mente y el cuerpo. ¿A cuál teme más?

R. A la mente. Porque al final el cuerpo está al servicio de la mente. Ya dicen que el cuerpo es el escenario donde los síntomas se manifiestan.

P. Bimba Bosé y usted se emparejaron con dos hermanos de grandes posibles. Cuando usted se separó, ¿se le desmoronó un poco la barraca?

R. Todo lo contrario. Yo creo que está más fuerte que nunca. Gorka [su expareja] tuvo apoyo de su familia. Pero cuando la ayuda se acabó, mi empresa iba adelante por sí misma, era ya autosuficiente antes de que nos separásemos. Y seguimos siendo socios.

P. Su nueva pareja, que le hace los bolsos, es un bloguero confeso. ¿Ha descubierto un mundo nuevo?

R. He descubierto muchas cosas, claro. Me hace ver cómo todo está cambiando y la importancia del medio online, que es una ventana al mundo, y no es tan caro como tener una tienda abierta al público.

P. ¿Se puede morir de photocall? ¿No teme que le pase?

R. No sé. Morir parece exagerado. A lo mejor te puedes quedar ciego de photocall. Para mí son cuestión de trabajo. Voy, me hago la foto y me marcho.

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