Sin palabras
Hace unos meses acudí a las urnas con bastantes dudas y elevado desánimo. Poco tiempo después, en las generales, se repitió la sensación. Si a la manifiesta debilidad de la política frente a los mercados y sus fustigantes primas de riesgo, le añadimos como condimento el progresivo deterioro de la calidad de vida de la mayor parte de la población, la verdad, quedan escasos estímulos para ir a votar. Ahora, dada la incapacidad de alcanzar acuerdos entre el Gobierno asturiano y los partidos en la oposición que hicieran posible la gobernabilidad de la región, en marzo tendremos nuevas elecciones. Y, mientras tanto, cada día un poco peor.
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