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"Me ha disparado"

El marido de la mujer muerta en una discusión de tráfico en Ciudad Lineal narra el homicidio de agosto de 2010

"Me ha disparado" fueron las tres únicas palabras que pudo pronunciar María Luisa Santana Martínez, de 54 años, instantes después de que le disparara Ángel Ortega Somolinos, de 76 años, durante una discusión de tráfico ocurrida en la calle de Francisco Villaespesa (Ciudad Lineal) el 20 de agosto de 2010. Así lo ha narrado en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial el marido de la víctima, Abdon Lain, en un testimonio muy sentido.

Los hechos se produjeron a las seis de la tarde cuando se inició una discusión entre Ortega y Lain. El primero se paró en la salida de un semáforo sin que hubiera causa justificada, por lo que le recriminaron su actitud. "¿Qué le ha pasado? ¿Por qué se ha parado? Usted es demasiado viejo como para conducir", le preguntó el segundo conductor, a lo que el otro empezó a proferir insultos como "cabrón e hijo de puta". Estos insultos continuaron durante bastantes minutos, lo que enfureció a María Luisa Santana. Se dirigió al coche del acusado y comenzó a pegar puñetazos a la ventanilla del vehículo de Ortega.

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En ese momento se bajó el acusado y sacó una pistola. "Le puso el cañón en el pecho y le pegó un tiro. A mí me sonó como a un petardo, como que no era de verdad, pero luego me di cuenta que no era así. Fue entonces cuando mi mujer dijo: 'Me han disparado', ha relatado el marido de la víctima. Fue lo único que pudo decir antes de caer al suelo".

El atacante se dirigió andando entonces hacia el marido y cuando estaba a menos de dos metros levantó de nuevo el arma y empezó a abrir fuego de nuevo. "Yo me quedé sin moverme, porque solo quería ir a socorrer a mi mujer. Entonces se le encasquilló el arma. La bajó para liberarla y entonces es cuando pensé que quizás fuera una pistola verdadera, por lo que me agaché y me refugié entre unos setos", ha relatado el esposo de la fallecida. "Cuando regresé al poco, vi que este hombre se acercó a mi mujer, puso el arma en la mandíbula y le dio otro tiro. Ahí pensé que la había palmado. No hay nadie que sobreviva a ese disparo", ha continuado.

Cuando se marchó Ortega, se acercó a su mujer y le intentó taponar con los dedos la herida del pecho, que le había afectado al corazón. "Cuando le metí los dedos, entendí la situación. Esto es una película que tengo en la cabeza y que no se me va a olvidar nunca", ha concluido Lain casi entre sollozos.

El que se ha negado a responder a las preguntas del fiscal y la acusación particular ha sido el acusado, que solo ha contestado a las preguntas de su abogado. Ha señalado que jamás había disparado contra una persona, que se trajo la pistola marca Astra calibre 7,65 de Suráfrica donde tenía licencia de armas y que nunca ha recibido tratamiento psiquiátrico. "Me debí de volver loco", ha concluido Ortega.

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