Los secretos de la primera ministra
Helle Thorning-Schmidt accede al gobierno danés rodeada de rumores de su vida privada
Se avecinan tiempos difíciles para la primera mujer que asumirá el cargo de primera ministra en Dinamarca. Pero no solo porque a su gobierno le toca sacar a su país de la crisis en la que está sumida como media Europa, sino también porque su vida personal amenaza con complicarle la existencia. Ya el día antes de ganar las elecciones, Helle Thorning-Schmidt tuvo que enfrentar a la prensa y desmentir los "desagradables rumores" que se han publicado en las últimas semanas. El más escabroso: que su marido, el británico Stephen Kinnock, es homosexual.
"Solo puedo decir que no es cierto", declaró la líder del bloque de centro izquierda danés. "Es muy desagradable que los periódicos publiquen ese tipo de rumores. Resulta realmente incómodo también para mi familia y mis hijas; y muy grotesco". Pero el monstruo del escándalo no parece aflojar. Su marido es el hijo de Neil Kinnock, antiguo líder del Partido Laborista del Reino Unido, y vive en Suiza, donde ejerce de director del Foro Económico Mundial. De ahí nacen los rumores. Según los tabloides daneses, los 15 años de matrimonio de la pareja no son más que una pantalla que les sirve no solo para tapar la homosexualidad de Kinnock, sino también para evadir impuestos.
Esto último es lo que más problemas le ha traído a la pareja. El año pasado, cuando Thorning-Schmidt se encontraba en plena campaña electoral, las versiones de la prensa sobre las tretas del matrimonio para evitar al fisco cobraron validez al demostrarse que Kinnock declaraba su sueldo de 130.000 euros en Suiza, donde los impuestos son muchísimo más bajos que en Dinamarca. Para ello, el marido de Thorning-Schmidt aparecía como no residente en los registros del país de su mujer, donde decía que pasaba solo 33 fines de semanas al año. Sin embargo, cuando quisieron comprarse una casa de más de medio millón de euros a nombre de ambos en Copenhague, la primera ministra electa aseguró que su esposo iba a casa todos los fines de semana del año. Cuando el escándalo explotó, Thorning-Schmidt se vio obligada a admitir que había cometido "algunos errores" en la información que había facilitado a Hacienda.
Pero el daño votantes ya estaba hecho, así que había que hacer algo más que disculparse para recuperarla. Esa es la teoría que parecen utilizar los tabloides para entender que Kinnock haya pedido una excedencia de su trabajo en Suiza y haya vuelto a Dinamarca, donde se le ha visto con las dos hijas del matrimonio y en casa, haciendo labores de marido comprometido, como cocinar y limpiar. Justo antes de las elecciones, los Kinnock Thorning-Schmidt empezaron fotografiarse juntos por primera vez y dieron una entrevista a la televisión danesa desde el calor de su hogar.
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