Chapuzón salvaje: la Piscina del Diablo
El viajero astuto inicia una serie sobre los lugares más insólitos para nadar o bucear en la naturaleza. Cataratas, pozos marinos, pilones de pueblo… Emociones no aptas para amantes del secano. O sí.
Vuestra playa esta abarrotada de toallas y sombrillas. Y alguien cerca de vosotros chorrea bronceador. A que os apetecería un baño refrescante en un lugar donde hubiese poca gente, o mejor nadie. Sin tumbonas, sin chiringuitos, sin alemanes o británicos ahítos de cerveza. ¿Qué tal en la Piscina del Diablo?
Devil’s Pool, la Piscina del Diablo, es una poza excavada en la roca en el mismo borde de las cataratas Victoria, en la frontera entre Zimbabue y Zambia,donde el río Zambeze se precipita con violencia a lo largo de 1,7 kilómetros y desde más de cien metros de altura. Livingstone rebautizó las cataratas en 1855 con el nombre de su reina, ignorando su poético nombre local: “el humo que retruena.” Fue el primer europeo que llegó hasta allí, remontando el río Zambeze desde el Índico en su famoso viaje al corazón de África (Ya sabéis, “El doctor Livingstone, supongo”).
Cuando el río va fuerte (normalmente en abril y mayo, durante la estación de las lluvias), pueden llegar a caer cinco millones de metros cúbicos por minuto. Entre septiembre y diciembre, cuando baja el caudal del agua, es posible darse un chapuzón de vértigo en esta piscina natural. Los usuarios de Trip Advisor la han elegido el lugar más friquidel mundo para bañarse. Los guías aseguran que es seguro, pero al menos 15 personas se han caído de esta singular bañera. Si no los mató la caída se los comieron los cocodrilos. Y lo peor de todo, sin toalla para secarse.
Si al menos hubiese sido en compañía de Marilyn, como en Niagara…
Un apunte práctico:
A la Piscina del Diablo se accede desde la isla de Livingstone, en Zambia. El aeropuerto más cercano está en Victoria Falls, una sucesión de hoteles, bares, agencias de viaje y tiendas para turistas. La estación seca, entre mayo y octubre, es la temporada más aconsejable. Iberia vuela a Johannesburgo; desde allí, con South African Airways, a Victoria Falls.
Fotos: Mark Shoberg
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