Aix: Napoleón estuvo aquí. Y su camello, también
¿Cómo es posible que una isla tan pequeña como Aix(3 kilómetros de largo por 600 metros de ancho; en la desembocadura del río Charente, costa atlántica de Francia) tenga dos museos rimbombantes, uno dedicado a Napoleón y otro...¡al arte africano!
Como ya os comenté, Aix es una especie de llave maestra que controla los accesos al estuario del río Charente y la estratégica ciudad de Rochefort, en el departamento frances de Charente Maritime. Por eso tiene dos imponentes fortificaciones: una de ellas el Fort Lièdot, el de la foto de arriba, es una maravilla de la ingeniería militar.
Pero la isla pasó a la historia porque Napoleón Bonaparte, después del desastre de Waterloo, vino a refugiarse a Aix. Aquí estuvo tres días, sus últimas jornadas en suelo francés, acompañado por unos cuantos fieles antes de entregarse a los ingleses y partir, el 18 de julio de 1815, para el destierro en Santa Helena.
El "petit caporal" pasó esos tres días en la casa del gobernador de la isla, la única mansión palaciega de Aix, reconvertida ahora en museo Napoleónico. Los mitómanos y amantes de la historia disfrutarán en ella: hay manuscritos de la época, muebles originales que usó durante sus estancia, objetos que le pertenecieron (entre ellos, la pluma con la que firmó la capitulación de Madrid en 1808) e iconografía variada.
Cuando la isla fue abandonada por los militares y cayó en el olvido, el barón Gourgaud, un noble francés casado con una rica heredera norteamericana y nieto del general Gourgaud que fue ayudante de campo de Bonaparte en su destierro, compró la casa y otras muchas propiedades de la isla para salvarlas de su ruina.
El barón reunió una colección arte y utensilios guerreros de África que ya la quisiera yo para mi. Igual que otros muchos museos de antropología.
Pero en lo que más se detienen los escasos visitantes de este atípico museo africano es ante un camello (en realidad, dromedario) disecado que preside la gran sala. Según reza el cartel, se trata del mismísimo animal que usó el general Napoleón Bonaparte como montura durante la campaña de Egipto. El bicho vivió mucho tiempo en el zoo de París hasta que tras su muerte fue momificado y trasladado luego aquí por el propio Gourgaud.
Una isla tan pequeña... ¡y tan llena de cosas extrañas!
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