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La M con la A

Javier Salvatierra

Un padre siempre se siente orgulloso cuando su hijo empieza a leer. ¡Olé mi niño que con tres años ya lee!, aunque sea a trompicones, pronunciando cada letra para después unirlas todas o casi todas, confundiendo algunas, pronunciando mal otras -¿por qué hay c, q y k para el mismo sonido?-. Las ges, las jotas, qué lio. Pero mi niño lee. Luego ve uno vídeos como este y se le cae el alma a los pies. ¿Qué estoy haciendo mal?

Sostiene el señor Doman en su libro Cómo enseñar a leer a su bebé que "a partir de los 2 años, aprender a leer se hace más difícil cada día" porque en los primeros años de vida su cerebro es una máquina de aprender, una esponja. Por ello, sostiene: "La edad de 2 años es el mejor momento para empezar, si se quiere dedicar el mínimo de tiempo y de energía en enseñar a un niño a leer. (Si está dispuesto a molestarse un poco más de la cuenta, puede empezar a los 18 meses, o si se es lo bastante inteligente, incluso a los 10 meses.)". Así podemos tener a un pequeño de 12 meses leyendo, como se ve en el vídeo. Eso sí, requiere una dedicación intensa y constante.

Me pongo en contacto con el Centro de Profesores y Recursos de Mérida, dependiente de la Junta de Extremadura. Santiago Ortiz, asesor de Tecnología de la Información y de la Comunicación del CPR de Mérida, me cuenta que la Junta, y su centro en particular, promueve el método Doman porque "tras probarlo durante tres o cuatro años en muchos colegios, los resultados son sorprendentes. A los 10 años, un niño que ha usado el método Doman lee mejor y comprende mejor lo que lee que uno que no lo ha usado". Este grupo de profesores inicia a los niños en el método a los 3 años, que es cuando entran en los colegios. No obstante, recomiendan aplicarlo desde los ocho meses. Reconoce que se trata de un método de "reconocimiento fotográfico" de las palabras, que los niños "aprenden a ver las palabras como imágenes, leen de un golpe visual". Asegura, además, que no es incompatible con otros métodos y que con tres o cuatro minutos al día, "como en un juego, avanzan mucho en la lectura". Incluso han desarrollado un programa informático basado en el método que ahorra a los padres todo el material y la elaboración de las tarjetas, solo han de aplicarlo siguiendo, eso sí, un manual de instrucciones.

En el otro lado de la balanza están colegios como el Ágora, en Madrid, en cuyo programa educativo no introducen la lectura hasta los seis años, o elAurinkorannikon Suomalainen Koulu, el colegio finlandés de Fuengirola (Málaga), cuyos alumnos no empiezan a leer hasta los siete años. No parece que sea mal sistema, habida cuenta que los alumnos finlandeses suelen aparecer en los primeros puestos del Informe PISA, que evalúa cada tres años las competencias lectoras, matemáticas y científicas alcanzadas por alumnos de 15 años de 75 países. El colegio de Fuengirola explica que no introducen la lectoescritura hasta esa edad porque "es entonces cuando están maduros, es decir, cuando son capaces de concentrarse, escuchar y percibir la educación. Cuando son muy pequeños, no se concentran, lo que quieren es jugar y eso es muy importante para el desarrollo de un niño". Lo que fomentan en esa edad prelectora es las ganas de aprender a leer. "Se les leen cuentos, se hacen manualidades, dibujos. Por otro lado, "los padres finlandeses están muy implicados en la lectura, leen mucho a sus hijos y además, los programas de televisión están subtitulados en finés, por lo que se van familiarizando", cuentan. Una vez con siete años, afirman que los niños aprenden muy rápido, "la mayoría en un año".

María del Carmen Aparicio, pedagoga del departamento de Orientación del Colegio Ágora, habla también de "madurez". A los seis años, "los niños son maduros para leer comprendiendo tanto el concepto como el código (el alfabeto). Igualmente, hasta esa edad, en infantil, desde los tres años hasta los seis, lo importante para ellos es "crear la necesidad de querer aprender a leer". ¿Cómo? "Leyéndoles mucho y a través de pictogramas" (dibujos) para introducir conceptos. Así, dicen, se "trabajan los prerrequisitos para la lectura y se potencia su gusto por ella". Además de leerles cuentos, "los niños los leen a través de los dibujos". Cuando llega la edad, utilizan un sistema "global", que parte de la frase como "unidad global de comprensión". Pone un ejemplo. Preguntan a los niños por temas de su interés y a partir de ahí construyen una frase sencilla. Van viendo cuántas palabras tiene la frase, se fijan en las letras altas y bajas, cuáles son las palabras más largas, qué sonidos predominan en una palabra -por ejemplo, el sonido "a"-, etc. Van introduciendo un sistema fonético -a partir de un sonido, se les pregunta a los niños situaciones de su vida en las que aparezca ese sonido. Así, "se van familiarizando con las letras y palabras, siempre partiendo de los intereses de los alumnos y situaciones de la vida real". Desde el respeto a otros procedimientos, sostiene Aparicio que este sistema evita problemas futuros como "juntar palabras o la falta de motivación, porque se les fomenta las ganas de aprender". Como apunte, dice que siempre utilizan la letra cursiva -la de caligrafía- para el aprendizaje "porque es en la que los niños van a escribir" y que pasan luego sin problemas a la letra de imprenta.

Desde la facultad de Educación de Madrid, la que forma a los que serán futuros profesores, Teodoro Álvarez, director del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura, distingue entre dos orientaciones básicas sobre la enseñanza de la lectura: la decodificación -conocer el código alfabético- o la de construcción de significados a partir del habla -conocer palabras o conceptos y bajar desde ahí al código. Afirma que no se priman unos u otros procedimientos en la formación del profesorado. "Se les muestran a los futuros maestros distintos sistemas, y luego ellos aplican el que creen más conveniente o el que elige el centro donde van a trabajar". Personalmente, considera "acertada" la edad de 6 años para el aprendizaje de la lectura, que es la edad que marca el Ministerio de Educación, y se inclina por un sistema que parta de la significación al código, que cree "más eficaz". En cuanto a un aprendizaje temprano, que puede darse y de hecho se da en colegios infantiles públicos y por otras circunstancias, opina que "no hay que obsesionarse" con que los niños aprendan cuanto antes. "Hay mucho tiempo en el sistema educativo para aprender a leer y a escribir bien, y hay otras cosas que hacer a edad temprana, como socializar o jugar". Le parece una especie de "obsesión cuantitativa en una sociedad que, desgraciadamente, la prima".

Creo que respiro más tranquilo. No sé vosotros.

P. D. Aquí podéis encontrar más información sobre el tema.

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