Una noche en el túnel del tiempo
Organicé este viaje a Etiopía de manera que me coincidiera la celebración de la Pascua etíope en Lalibela. La Pascua es la festividad más importante del calendario etíope, un calendario por cierto que no tiene nada que ver con el nuestro porque se rige aún por la regla copta: hoy en Etiopía es 21 de sené de 2003 (entre el calendario copto y el gregoriano u occidental hay siete años de diferencia, tampoco los meses y las horas coinciden: las 12 de la noche nuestras son las 6 de la mañana para ellos; ¡un lío si quieres coger un autobús!). Cuando yo estuve allí para mi era el 1 de mayo de 2005; para ellos, el 23 de miazilla de 1998. ¡con razón me sentía más joven!El Viernes y Sábado Santo, como culminación de los dos meses de ayuno que exige la Pascua Etiope, miles de peregrinos llegados de todo el país se concentraron junto a las iglesias excavadas en la roca de Lalibela . Envueltos en sus gabis blancos caminaron en procesión durante toda la noche en torno a las templos trogloditas. Al ritmo de percusión de los kebero, los tambores rituales, y de los grandes meleket, las trompetas monocordes. Los sacerdotes, de espaldas a los fieles, entonaban cánticos en ge´ez, la antigua lengua del reino de Aksum que la iglesia copta etíope lleva usando desde hace más de 1.500 años. Una comitiva de popes, músicos y portaestandartes con iconos de pan de oro y cruces meskal de varios siglos de antigüedad precedía a las filas de peregrinos.No había luz eléctrica ni nada que nos recordara que ya había llegado el siglo XXI (si exceptuamos el micrófono que usaba uno de los curas). Apenas una quincena de extranjeros asistíamos atónitos aquella noche mágica a una ceremonia sacada de la Edad Media.Fue como cruzar el túnel del tiempo. Volver a los orígenes de la civilización. Ver en persona y en primera fila una manifestación religiosa que ha debido de cambiar muy poco en los últimos 15 siglos.Pase la noche en vela, dando gracias por poder ser testigo de esa maravilla.Aún hoy recuerdo como si estuviera en Lalibela esas letanías monocordes, el retumbar de los kebero, el sonido agudo de los meleket.Y se me vuelven a poner los pelos de punta. .
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