"Contándonos cómo investigó a los GAL y a ETA, Garzón ya será de gran valor"
Ni Garzón es el primer español que aterriza en la Corte Penal Internacional (CPI) ni su banquillo es solo para juristas. Sheila Vélez (Madrid, 1982) se sentó por primera vez en el tribunal con sede en La Haya el 24 de febrero de 2009, un mes después de que arrancase el juicio contra el guerrillero congoleño Thomas Lubanga, el primero en vérselas con el mazo de una institución nacida siete años antes. Periodista de formación y oficio -forma parte del equipo de periodismohumano.com-, Vélez comenzó entonces a trabajar en la oficina de información pública de la fiscalía de la CPI a la que hoy se ha sumado Baltasar Garzón como asesor externo. ¿Cómo se recibió la noticia en los pasillos de la CPI? "Primero hubo sorpresa, luego decepción por la suspensión del magistrado y al final alegría por su traslado".
Más de un año después de incorporarse a la fiscalía que dirige Luis Moreno-Ocampo, esta madrileña de tan solo 27 años-tiempo que ha estirado para pasar incluso por la sede en Ginebra de la ONU-sigue acudiendo todos los días a seguir el proceso contra Lubanga, acusado de reclutar a niños soldados menores de 15 años y líder rebelde clave en el conflicto de Ituri (noreste de la República Democrática del Congo). Hoy, Vélez, "algo más fuera del trabajo de la fiscalía", coordina para la organización Aegis Trust el proyecto Lubanga Chronicles, relato diario del juicio que reciben medios locales congoleños para su difusión. "La justicia se tiene que ver", explica Vélez en conversación telefónica con este diario.
Pregunta.- El juez Baltasar Garzón ha viajado hoy a La Haya para colaborar con la CPI. ¿Qué significa para usted trabajar en ese tribunal?
Respuesta.- Es un privilegio y una responsabilidad trabajar en una institución con un mandato tan importante: acabar con la impunidad ante los crímenes de guerra. Y que tenga el apoyo de los 111 países firmantes del Tratado de Roma (1998) para luchar contra estos delitos.
P.- ¿Cuál es su trabajo?
R.- Yo cuento a la gente lo que pasa en la sala de audiencias del tribunal, lo que pasó en el Congo y lo que sucedió con los niños soldados. Traslado los testimonios al público. La gente que ha sufrido un drama tiene que poner cara a esas atrocidades. Thomas Lubanga no es [el ex presidente serbio Slobodan] Milosevic. De cada sesión envío crónicas en bruto de unos ocho minutos a la radios locales de Ituri.
P. ¿Cómo es por dentro la institución a la que llega Garzón?
R.- Trabajan 700 personas de todo el mundo entre abogados, fiscales, jueces... Yo soy periodista. Somos gente de toda clase, pero con la misma intención.
P.- ¿Qué tiene que ver la CPI con la justicia universal argumentada en algunas causas de Garzón?
R.- No debemos confundirlo. La CPI tiene jurisdicción sobre tres crímenes concretos: contra la humanidad, delitos de guerra y el genocidio. No es jurisdicción universal. La CPI solo puede actuar sobre casos en los que los países implicados no estén actuando.
P.- ¿Cómo vivió la CPI la noticia del traslado del magistrado de la Audiencia Nacional?
R.- Al principio era algo confidencial. Cuando se hizo público en España se corrió la voz. Los trabajadores estaban indignados por la persecución, la caza de brujas contra Garzón. No se entendía lo que estaba sucediendo. Recuerdo lo que decía un compañero: "Imagina el mensaje que estará llegando, por ejemplo, a un fiscal de Guatemala..."
P.- ¿Requiere asesores la fiscalía?
R.- El fiscal Moreno-Ocampo ha pedido la colaboración de varios asesores como Catherine Mackinnon. No es porque Garzón sea su amigo. Es una decisión profesional.
P.- Y según su experiencia en el proceso de Lubanga, ¿se necesita a Garzón?
R.- Sí. Se necesita a los mejores. En la CPI hay investigaciones sobre conflictos aún abiertos. En Sudán, por ejemplo, no se puede entrar. Hay que mejorar las técnicas. Como dicen los trabajadores de la CPI, solo contándonos como investigó a los GAL o a ETA, la experiencia de Garzón será de gran valor.
P.- Y la suya, ¿qué aporta a la labor de la CPI?
R.- Antes, con algunas imágenes que veía en el telediario, me surgía la pregunta "¿qué puedo hacer yo?" El trabajo en la CPI no es hoy, es mañana. Los que reclutan a niños para la guerra no van a quedar impunes. Ese es el mensaje.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.