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El último paseo de Franco por Ferrol

La estatua ecuestre del dictador yace ya en un almacén cubierta con una lona.- La mudanza fue a puerta cerrada y en una zona de acceso restringido

El último paseo de Franco por Ferrol ha sido largo, rocambolesco y salpicado de obstáculos. Cuarenta y tres años después de su fundición, la polémica estatua ecuestre ha sido retirada de la vía pública por mandato del Ministerio de Defensa para cumplir con la Ley de Memoria Histórica. Hicieron falta más de tres horas y una docena de operarios para trasladar la mole de bronce desde el patio de Herrerías del arsenal ferrolano donde ha pasado los últimos ocho años hasta el almacén militar en el que ha quedado confinada, oculta bajo una lona.

La mudanza ha sido a puerta cerrada y en una zona de acceso restringido.

Una grúa aupó la efigie del dictador a caballo hasta un camión góndola de la Marina, en el que ha viajado sujeto por cuerdas y arneses de colores, y pertrechado tras una jaula metálica construida a medida para asegurar el transporte de la pieza escultórica.

La estatua de Franco, enorme y pesada, con seis metros de altura y más siete toneladas, inició el viaje pasadas las cuatro de la tarde. Todavía tuvo que bajarse del camión una vez más para "saltar" una verja de seguridad que separa el astillero de Navantia del recinto militar con ayuda del gruista hasta llegar a su destino final en un almacén. Tardó más de tres horas en recorrer poco más de un kilómetro y medio hasta una nave de repuestos de la Marina, próxima a la Escuela Naval de Caranza, donde quedó depositada y cubierta por una tela gris cortada a a medida.

Los preparativos para trasladar la estatua de Franco comenzaron hace semanas y consumieron unas veinte horas de trabajo entre cálculos y mediciones, para liberar la estatua de su anclaje de hormigón. "Es un trabajo como otro cualquiera" señaló ayer un mando del Arsenal. Defensa correrá con los gastos del traslado de una pieza que es propiedad del ayuntamiento y que fue un regalo de la ciudad al dictador en 1967. Hasta el 2002 presidió la entrada a Ferrol desde su pedestal en la plaza de España y otros ocho aparcada en una esquina del arsenal, donde acudían a fotografiarse turistas y curiosos. En enero, el Ministerio exigió al ayuntamiento su retirada y la corporación acordó guardarla en un almacén. Junto a la estatua, se depositó una placa con un fragmento del testamento del dictador.

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