"Hay que pegar cuatro tiros al alcalde y tirarlo a un barranco"
La dueña de una gasolinera cercana a Fago asegura que escuchó presagios de la muerte de Grima
Juicios por agresiones, multas por el paso de ganado, negativas al empadronamiento de vecinos... Los opositores al alcalde de Fago han desgranado hoy en la Audiencia de Huesca los conflictos que tuvieron con Miguel Grima antes de que fuera asesinado. Hasta el punto de que el fiscal, Felipe Zazurca, ha llegado a afirmar: "Parece que estamos juzgando a otra persona". El oftalmólogo que operó de cataratas al acusado, Santiago Mainar, ha asegurado que, tras la intervención, podría distinguir perfectamente a la víctima. Y la dueña de una gasolinera cercana ha contado cómo unos desconocidos comentaron esos días: "Hay que pegar cuatro tiros al alcalde y tirarlo por un barranco". Toda una premonición que no ha atribuido a Mainar.
Aparte de dibujar un ambiente insoportable en el pueblo en que la animadversión provocaba que cada decisión municipal terminara en el juzgado, los testimonios de los vecinos enfrentados a Grima evidenciaron la extraña actitud del médico Iñaki Bidegain. Este testigo clave, mientras conducía hacia Fago con su mujer y una niña, se detuvo en el lugar del crimen al encontrarse con el Mercedes del alcalde parado en la cuneta y vio al presunto asesino. Sin embargo, no dio cuenta de ello a la Guardia Civil hasta dos días después.
La copropietaria del bar en el que se reunían los contrarios al alcalde, Mónica Crespo, ha explicado hoy en la Audiencia que, a la mañana siguiente, todo el mundo en Fago conocía la desaparición del alcalde. Según ha relatado la mujer, ella misma fue a casa de Bidegain y su mujer, también enemistados con el alcalde, para informarles de lo que había sucedido y, en ese momento, éstos le contaron lo que habían visto la noche anterior y de lo que todavía no habían informado a los agentes.
Bidegain, en su declaración ante el tribunal del martes -en la que dijo que estaba "casi seguro" de que la persona que vio no era Mainar- afirmó que esa mañana, tras conocer la desaparición, se fue de excursión al campo en lugar de denunciar su encuentro nocturno porque pensaba que se trataba de un accidente o, sencillamente, que el alcalde había decidido marcharse del pueblo. "Fue cuando me enteré de que lo habían matado cuando me dije que tenía que ir a la Guardia Civil", aseguró ante los magistrados.
Los demás testimonios se han centrado en las quejas sobre la gestión de Grima. Crespo y su marido, Miguel Ángel Molinero, han contado cómo se opusieron a la tasa que el Ayuntamiento quería cobrarles por sacar una terraza de tres mesas a la calle y han negado que en su establecimiento hubiera habido "risas y jolgorio" por la muerte del alcalde. El ex concejal del pueblo vecino de Ansó José Antonio Aznar ha explicado que Grima lo denunció por transitar con sus vacas por el casco urbano de Fago, igual que al ganadero José Ramón Mendiara. Ernesto Barcos ha dicho que el alcalde se negó a empadronarlo y Mónica Barcos ha llegado a sugerir que hasta los niños temían al regidor y dejaban de jugar cuando pasaba, lo que ha provocado algunas carcajadas en la sala.
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