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Un británico que fingió su muerte en el mar escribe sus memorias

John Darwin utilizó el dinero del seguro para rehacer su vida en Panamá

John Darwin, el británico que fingió su propia muerte en el mar para cobrar un seguro de vida y utilizó el dinero para darse la gran vida en Panamá, está escribiendo sus memorias en la cárcel.

El ex funcionario de prisiones, que fue condenado en julio del año pasado a seis años de cárcel por estafa, lleva escritas 33.000 palabras y ha conseguido sacar el manuscrito de su celda, burlando las reglas carcelarias, según ha informado la prensa británica.

El delincuente, de 59 años, ha titulado su relato autobiográfico El hombre de la canoa: A Panamá ida y vuelta, e incluso ha diseñado él mismo la portada del libro, en la que aparece un hombre remando hacia una isla tropical en una canoa roja.

Darwin cobró 250.000 libras (unos 291.000 euros actuales) de la compañía de seguros tras desaparecer en marzo del 2002 en el mar del Norte, cerca de su domicilio de Seaton Carew, gracias a la complicidad de su esposa, que también fue condenada a seis años de cárcel. En Panamá comenzó una nueva vida junto a ella, pero regresó a Reino Unido en noviembre del 2007 y contó a la policía que era un desaparecido que padecía amnesia. Su versión se vino abajo cuando se publicó en internet una fotografía del matrimonio en Panamá.

Según la prensa británica, Darwin consiguió sacar el manuscrito de la cárcel al dárselo a un ex recluso llamado Alan Caramanica al que hizo pasar por su abogado y a quien donó los derechos del libro. El hombre se comprometió a compartir con Darwin y su esposa los ingresos que proporcionara la venta del libro una vez que se encontrase editor.

Abrumado por las deudas

En su autobiografía, Darwin ha revelado que las deudas acumuladas le hicieron pensar en un primer momento en quitarse la vida, pero desistió por el efecto que el suicidio tendría sobre su esposa y sus hijos. "Habría sido un fracasado a ojos de Anne y también de mis dos hijos porque habría perdido mi casa familiar y todo por lo que habíamos trabajado Anne y yo", ha descrito el supuesto ahogado, quien dice que tuvo entonces una revelación.

"Si no podía suicidarme (por esas razones), sí podía en cambio fingir mi propio suicidio. Después de todo, no sería la primera persona que se quita la vida por presiones económicas. La única diferencia es que en mi caso tenía que parecer un accidente. Un suicidio sería inútil porque la compañía de seguros no pagaría nada", razona Darwin.

El ministerio británico de Justicia ha afirmado a través de un portavoz que se toma muy en serio la violación de las normas carcelarias por el recluso al sacar de la prisión sus memorias y ha dicho que un delincuente no puede lucrarse directamente de su delito ni indirectamente de los ingresos que pudiera proporcionarle el relato del mismo.

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