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Una semana de espera en la cola más devota

Una cincuentena de fieles aguarda en la calle de Jesús desde para besar los pies del Cristo de Medinaceli

Más de 50 personas hacen cola en la céntrica calle de Jesús desde hace días para cumplir con la tradición del primer viernes de marzo de besar los pies del Cristo de Medinaceli, el más venerado por los madrileños. A pesar de las bajas temperaturas, el ánimo no decae entre las mujeres que ocupan los primeros puestos de la fila, aunque algunas llevan casi una semana durmiendo a la intemperie.

Belén, una de las más jóvenes del grupo, ha sido la primera en llegar este año. Lleva desde la madrugada del jueves pasado. Durante todo este tiempo sólo se ha movido de su silla para acudir a su centro de trabajo y atender a sus hijos. Lo que peor lleva de la espera son las noches, porque "se hacen muy largas" y "hay gente que aprovecha para robar" y, aunque ella tiene su coche aparcado justo enfrente de la basílica, prefiere dormir fuera para hacer compañía a sus compañeras.

"Esta vez sólo llevamos aquí una semana, pero otros años que nos plantamos 15 días antes nos da tiempo a ver y padecer de todo: desde gente que nos insulta porque no entiende lo que hacemos hasta vagabundos que se sientan con nosotras a charlar porque están solos", explica Belén. La conversación es interrumpida por una mujer que lleva una bufanda enrollada a la cabeza y saca de una bolsa un termo con café caliente y unos bollos. En apenas unos segundos ya ha corrido la voz.

"Si alguien trae comida o mantas, lo compartimos con la gente de nuestro grupo, unas 15 personas que venimos todos los años y ya nos conocemos", asegura María Dolores, que a sus "sesenta y tantos años" ya no está como para "hacer la noche", porque tiene que trabajar temprano, pero como no quiere que otras le guarden el sitio, acude todos los días a la calle Jesús a partir de las dos y cuarto de la tarde. Ocupar los primeros puestos en la cola tiene sus inconvenientes: A la comida, bebidas y mantas (que ellas mismas llevan porque no reciben la visita del SAMUR Social) hay que sumar los recibos que Belén debe abonar por tener su coche aparcado enfrente de la basílica, en zona azul.

¿Merece la pena el esfuerzo de tantos días por sólo unos minutos ante el Cristo? La respuesta es contundente. "Por supuesto. Mis compañeras y yo estamos aquí por devoción, por una promesa que surgió a partir de algo que, aunque parecía imposible, se nos ha cumplido, en mi caso por mi hija, y nos sentimos en deuda con este Cristo", explica emocionada Belén. Ella le ha cedido el honor de pisar la basílica de Jesús de Medinaceli antes que nadie a Manoli, toda una veterana que acude fiel a la cita desde el año 1968, cuando la gente llevaba las estufas de sus casas para calentarse. Manoli y su grupo están bien organizadas, aunque este año no han repartido número para poner un poco de orden en la cola, como en otras ocasiones, porque se han sentido ofendidas ante las acusaciones de "compraventa" de las primeras posiciones.

"En los medios de comunicación se ha dicho que nosotras estábamos aquí una semana antes por puro interés, para vender nuestros puestos por 50 euros. ¿Tú crees que voy a estar yo pasando calamidades a mi edad durante tanto tiempo por esa cantidad?", pregunta indignada Trini. Quedan sólo unas horas (las puertas se abren a las 23.30) y, pese a que los nervios y el cansancio se acentúan entre este grupo de incondicionales, predomina el buen humor y la ilusión por cumplir su promesa. "La verdad es que queremos que llegue ya mañana, pero al mismo tiempo nos da pena despedirnos porque hemos compartido muchas cosas y, si lo piensas, somos como una familia, porque nos vemos sólo una vez al año... Es un momento muy especial", concluye sonriente María Dolores.

Manuela, Belén y Encarna, que desde el pasado jueves hacen cola en la iglesia del Cristo de Medinaceli.
Manuela, Belén y Encarna, que desde el pasado jueves hacen cola en la iglesia del Cristo de Medinaceli.EFE

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