De Nueva Delhi a Londres volando con un cadáver
La tripulación de un vuelo de British Airwais coloca el cadáver de un pasajero en un asiento de primera, al lado de otro que dormía
Paul Trinder, un ciudadano inglés de 54 años regresaba de Nueva Deli a Londres en un vuelo British Airwais. Tras el despegue decidió echar una siesta para que el vuelo, de unas siete horas, se le hiciese más breve. No sabía que, en realidad, estaba a punto de convertirse en un viaje inolvidable, con toda probabilidad el más largo de su vida.
Cuando Paul despertó, a unos 10.000 metros de altura, notó que en el asiento al otro lado del pasillo se había sentado una señora de unos setenta años. Le llamó la atención el cuerpo muy pálido y dejado de la nueva vecina. Además, a pesar de tener el cinturón abrochado, “el cuerpo se deslizaba por debajo de el, hacia el suelo”, contó Trinder, que unos minutos más tarde despertó por completo. Fue cuando llegaron los tripulantes para colocar mejor el cuerpo. “La dejaron caer como un saco de patatas”, relató el hombre, que trabaja en una constructora. Luego “le pusieron almohadas para evitar que, con las turbulencias, el cuerpo se cayera”.
Un cadáver en primera clase
Por entonces ya cabían pocas dudas sobre lo que estaba pasando, pero Trinder preguntó a los tripulantes. El personal de British Airwais lo confirmó. El que tenía al lado era un cadáver de una pasajera que viajaba en segunda clase y que había muerto poco después del despegue. También le explicaron que habían desplazado el cuerpo porque en la parte trasera el vuelo estaba lleno.
Trinder no daba crédito. Según relató a la prensa empezó a preguntarse por qué le tenía que tocar a él viajar con un cadáver al lado, en el enorme Boeing 747 de la compañía inglesa. También pensó en las 3.000 libras, unos 4.500 euros, que se había gastado en el billete. Faltaban todavía al menos cinco horas de viaje y el hombre no podía dejar de mirar al cuerpo cada vez más negro de la señora. Según declaró, Trinder se puso los cascos e intentó mirar la televisión pero seguía pensando que el cuerpo se iba a descomponer a su lado.
Al cabo de un rato llegó la hija de la fallecida que empezó a llorar por la muerte de su madre. Ya estaba bien. Trinder decidió quejarse ante los tripulantes. “Seguía repitiéndome, he pagado 3.000 libras y mira para que”, contó. Pero los asistentes de cabina le dieron una mala noticia. No podían mover el cadáver. Habían seguido las normas al pie de la letra. “Me pidieron que intentara pasar por alto el asunto”, dijo Trinder. “También me aseguraron que seguirían las normas de la compañía en caso de desfallecimiento, a no ser que tuviera mejores ideas. En futuro viajare con cualquier compañía menos que con British”, afirmó Trinder.
10 muertos cada 36 millones de pasajeros
La compañía inglesa pidió disculpas por lo acaecido, pero explicó que “la tripulación ha tenido que trabajar en condiciones difíciles y ha intentado provocar las menores molestias posibles al conjunto de los pasajeros”. Según dio a conocer British Airwais de los cerca de 36 millones de pasajeros que desplaza cada año, unos 10 mueren en vuelo.
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