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Reportaje:

Liselotte Norman tenía razón

Esta mujer, de nacionalidad alemana y unos 60 años, aseguraba que en su jardín en Gran Canaria había cadáveres y nadie la creyó hasta que unos jardineros hallaron un cuerpo humano

Liselotte Norman vivía desde hace diez años en un chalé alquilado al sur de Gran Canaria. Esta sexagenaria llevaba una vida de lo más normal, según los vecinos. "Lo único raro era que decía que en su jardín había cadáveres", motivo por la cual está ingresada en una clínica psiquiátrica en Alemania, su país natal. Nadie la creyó nunca, hasta que el pasado jueves unos jardineros encontraron los restos de un cuerpo humano repartidos en dos bolsas y enterradas junto a su casa.

El macabro hallazgo del cadáver, del que no se sabe apenas nada, se produjo como en las películas, de pura casualidad. Los operarios realizaban una canalización para el riego automático en la casa de Liselotte, el bungaló número 9 de la parcela H del complejo Los Porches, en San Bartolomé de Tirajana. Los trabajadores comenzaron por la zona del contador en dirección a la casa y, al llegar a la puerta, pisaron una zona blanda. Extrañados, decidieron cavar y encontraron los restos humanos repartidos en dos bolsas, una con huesos y otra con parte del cráneo. De momento, no se sabe si es hombre o mujer, ni tan siquiera cuándo murió o si lo hizo de forma violenta.

En el lugar, precintado desde el pasado jueves, la Policía Científica realizó ayer varias excavaciones ante la sospecha de que pudiera haber más restos humanos. De momento, la búsqueda no ha dado resultados, aunque hoy se reanudará hasta completar todo el perímetro del jardín. Los agentes ya han rastreado hasta los 50 centímetros de profundidad de la mitad de la parcela, que mide unos cien metros cuadrados. Los trabajos fueron realizados en la mañana de ayer por operarios municipales de San Bartolomé de Tirajana y personal de mantenimiento de los bungalós. Mientras tanto, dos agentes de la Policía Científica han examinado de nuevo la zona en la que se localizó el cadáver, custodiados por compañeros del Cuerpo Nacional de la Policía, quienes impedían el acceso al complejo turístico.

Hoy se usará una maquinaria de mayor envergadura, que permitirá llegar a más profundidad. Se ha producido un momento de temor entre los vecinos y curiosos que contemplaban la escena. Lo curioso es que nadie en el vecindario relaciona a Liselotte, la última inquilina de la casa, con el muerto, a pesar de que en reiteradas ocasiones aseguró que en el jardín "tenía restos humanos enterrados". Ramón Pérez, responsable de la jardinería del complejo turístico, situado en pleno centro de la Playa del Inglés, contó que Liselotte era una mujer muy visitada por sus amigos, los cuales tenían un aspecto "totalmente normal".

Según explicó, esta señora rubia, de unos sesenta años, ya retirada pero que había sido empresaria de hostelería, paseaba a diario a su perro por las calles cercanas y saludaba amablemente a sus conocidos. "Lo único raro era que repetía constantemente que en su jardín había cadáveres", una locura que, en su opinión, la llevó a una clínica psiquiátrica. El diario La Provincia de Las Palmas, que ha recogido numerosos testimonios que apuntan a que Liselotte es alcohólica, informa de que la mujer, natural de Colonia, ingresó en abril en el hospital psiquiátrico de Santa Brígida y poco después pasó al Hospital Insular. Sus amigos lograron trasladarla a Alemania el miércoles día 19, justo un día antes del descubrimiento del cuerpo.

Desde entonces, se encuentra en el centro psiquiátrico OberHausen, a 30 kilómetros de Dusseldorf. Los juzgados de San Bartolomé de Tirajana ya han dictado una orden para tomarle declaración sobre el caso. Pero Ramón Pérez reveló un dato estremecedor: la mujer tenía una relación sentimental con un tal Rocher Dimitri, un hombre que vivía en la parcela aledaña K52 y que además trabajaba en el bar que ella regentó en el centro comercial Cita. Sin embargo, desde hace más de tres años se desconoce el paradero de Dimitri. Tras el hallazgo del cuerpo, la policía lo busca. Puede que su cuerpo sea el encontrado o puede que sea el asesino. Si no es ni lo uno ni lo otro, quizá pueda aclarar el suceso, en caso claro está de que logren dar con él.

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