Muere a los 88 años Álvaro Domecq, rejoneador y ganadero
Defensor de la importancia del arte y la doma en el rejoneo, fue el principal introductor del "afeitado" de los toros
El ganadero y rejoneador Álvaro Domecq y Díez ha muerto hoy en Jerez de la Frontera a los 88 años tras una larga enfermedad. El Ayuntamiento de la localidad gaditana ha decretado tres días de luto oficial, al considerarlo uno de sus "símbolos". Miembro de una de las familias más conocidas de Jerez, vinculada durante generaciones al vino y a los caballos, de muy niño ya montaba caballitos y poneys en la finca "La Granja", propiedad entonces de su tío Juan Pedro Domecq Aladro y que, posteriormente, pasaría a manos de su padre.
Precisamente fue en esta finca donde falleció su madre, cuando Álvaro contaba cuatro años de edad. Cuando tenía diez, su padre le envió a estudiar junto a cuatro de sus hermanos (eran, en total, seis) a un colegio de jesuitas de Madrid, en el que permaneció hasta la instauración de la I República, en 1931. Después continuó su educación en otro colegio de jesuitas, en Burdeos (Francia), y luego en Estremoz (Portugal). Finalizado el bachillerato, regresó a España para estudiar Derecho en las universidades de Granada y Sevilla, aunque la Guerra Civil le impidió finalizar la carrera.
Torero y rejoneador
En 1930 su padre compró la famosa ganadería del duque de Veragua, la dehesa de "Jandilla" y la ganadería de caballos de "Zapata", lo que contribuyó a aumentar aún más su afición por el toreo y los caballos. Cinco años más tarde, Álvaro comenzó a rejonear. En 1937 falleció su padre y él comenzó a trabajar en las bodegas de la familia. Al año siguiente contrajo matrimonio con María Josefa Romero, descendiente de una familia de ricos labradores jerezanos, dedicados también a la cría de caballos. En 1943 empezó a torear corridas y compartió cartel con las primeras figuras del toreo de la época: Pepe Luis Vázquez, Domingo Ortega, Pepe y Antonio Bienvenida, entre otros, y su gran amigo Manuel Rodríguez Manolete, cuya cogida mortal presenció en la plaza de Linares, en 1947. Dos años después ese mismo escenario fue testigo de su retirada de los ruedos.
A partir de entonces, centró su actividad en la ganadería y la política. Fue alcalde de su ciudad, Jerez; presidente de la Diputación Provincial de Cádiz; y procurador en Cortes de Representación Familiar, también por la provincia de Cádiz. El 1 de septiembre de 1960, en la plaza del Puerto de Santa María, le dio la alternativa a su hijo Álvaro, seguidor de sus pasos en el mundo del rejoneo.
El "afeitado"
Álvaro Domecq, ferviente defensor de la importancia del arte y la doma en el rejoneo, fue el principal introductor del "afeitado" de los toros en las corridas de rejones e impulsó la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, en Jerez, y la Escuela Española de Viena. Como ganadero destacó en la introducción de técnicas genéticas orientadas a mejorar la casta de las reses bravas, ensayadas con éxito en su ganadería, "Torrestrella", y que dieron sus primeros frutos con el alumbramiento de tres novillos y la creación de un banco de embriones congelados en 1992.
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