Condenado a 10 años de cárcel el cura acusado de abusos sexuales a una niña en Madrid
La Audiencia Provincial de Madrid considera probado que el sacerdote obligó a la menor a realizarle tocamientos y felaciones hasta que ésta cumplió los 13 años
José M., un sacerdote de 74 años acusado de abusar durante nueve años de una niña, a la que obligó, entre otras cosas, a masturbarle y hacerle felaciones, ha sido condenado hoy a diez años de prisión por la Audiencia Provincial de Madrid. Además, el acusado deberá indemnizar a la víctima, que denunció los hechos cuando tenía 21 años y ahora tienen 27, con 70.000 euros por los daños morales ocasionados.
El sacerdote ha sido condenado a ocho años de inhabilitación, pero el tribunal ha eximido al Tribunal Eclesiástico de Madrid, el Arzobispado y el Obispado de ser responsables subsidiarios, como había solicitado la acusación particular y la popular.
José M., declarado culpable de un delito continuado de abusos sexuales en una sentencia de 22 folios hecho pública hoy, vivió como huésped en la casa de la víctima entre 1978 y 1988, junto a la madre y la abuela de la niña. Por tanto, al principio de la estancia la menor tenía 2 años, y al final 12, más o menos. El sacerdote cuidaba de la niña, la daba clases particulares de matemáticas y la sacaba a pasear muy a menudo.
Felaciones y tocamientos lúbricos
"En estas circunstancias, el procesado hasta que la niña alcanzó los 13 años, en diciembre de 1988, la sometió a innumerables tocamientos lúbricos" y le obligó a practicarle felaciones, según relata la resolución judicial. "Para realizar estos hechos, a los que la víctima frecuentemente se resignaba ante lo inevitable de la situación, José se valía del temor que inspiraba a la niña, a quien incluso amenazaba de muerte y golpeaba para doblegar su voluntad", añade el tribunal. Sin embargo, en la resolución no se considera suficientemente probado que la víctima fuera penetrada por el sacerdote, como había recordado en dos sesiones de hipnosis grabadas y mostradas durante el juicio.
"No hay que olvidar que precisamente por su condición de persona de edad y sobre todo sacerdote, el acusado tenía todas las facilidades para acceder a la menor pues era difícil que la madre y la abuela pudieran ni siquiera por lo más remoto venir a imaginar lo que estaba ocurriendo", concluye el tribunal.
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