"No te quejes ahora, mamá. Si no, no haber venido"
La manifestación de Madrid reúne en la calle a varias generaciones de españoles
"¡Luego diréis que somos cinco o seis!". El grito, en boca de mujeres y hombres de no menos de 50 años, sonaba raro, allí, junto a la plaza de Cibeles, en medio de una tremenda concentración humana en la que era imposible atisbar a nadie que se ajustara al perfil de manifestante habitual de una concentración antibelicista.
Quizá por falta de costumbre, algunos intentaban desistir en medio del gentío. Demasiados apretones. "No te quejes ahora, mamá. Si no, no haber venido". La madre, muy próxima a los 70, se aferraba a su hija de bastante más de 30 implorando una salida rápida. No era la única cabellera encanecida que buscó en vano una alternativa al atasco. Pero hubo muchas más que marcharon decididas sumándose a las consignas que brotaban espontáneamente a uno y otro lado de la marea.
Los grupos familiares eran fácilmente identificables. Hijos, padres y nietos comentando en voz alta la enorme masa de la que formaban parte. "Nunca había visto tanta gente aquí", aseguraba el hombre a sus acompañantes desde lo alto de un bordillo.
Y, puestos a recordar, hubo quien comentaba que nunca había salido a protestar "contra la democracia". "La última vez fue cuando el golpe de Estado", explicaba una mujer a otra poco antes de sumarse entusiasmada al frenesí de "un bote, dos botes, Aznar el que no bote". Otros aún conservaban el recuerdo de su participación en la marcha contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Pero esta vez era distinto.
La gente tuvo tiempo para improvisar pancartas con cartones de Hipercor o con la caja de la tele nueva. Y con esa sensación de novedad que transmitía la mirada alucinada de los hijos, muchos redescubrían conductas que habían olvidado por innecesarias.
"¡Esto nos pasa con un gobierno facha!". Una y otra vez, el grupo de amigas (ninguna con menos de 40) repetía entre risas la rima, una de las más oídas en la manifestación, además de una completa colección de improperios contra el presidente del Gobierno.
Y, por encima de todo, que el orden no se alterase. Manifestantes sí, pero pacíficos. "Tápate ese ojo, que luego dirán que ha habido leña", increpaba el señor al adolescente que desconcertado exhibía una herida antigua. Tres grados marcaba el termómetro de Gran Vía, pero había quien ni lo notaba. "Fíjate en el calor humano que hay hoy aquí".
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