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El cazador de tendencias en Bolsa: comprar cartones para beneficiarse del comercio electrónico y muebles de cocina durante la pandemia

Carlos Val-Carreres, gestor del fondo MyInvestor Value, apuesta por empresas europeas pequeñas

Carlos Val-Carreres, gestor de Myinvestor Value, posa después de la entrevista, en el hotel Wellington de Madrid.
Carlos Val-Carreres, gestor de Myinvestor Value, posa después de la entrevista, en el hotel Wellington de Madrid.Álvaro García
David Fernández

Solo alguien que lleva 20 años bregando con éxito en los mercados financieros —y que además desprende mucha confianza en sí mismo— avisa de que va a resumir la historia de la macroeconomía en tan solo 20 segundos. “Desde la edad de piedra, los seres humanos han desarrollado avances tecnológicos que han generado más productividad, liberando renta disponible que a su vez ha traído mejoras en el consumo”, recita de carrerilla Carlos Val-Carreres (Zaragoza, 1976). Su tarjeta de visita dice que es gestor del fondo MyInvestor Value, pero él prefiere definirse como alguien que ha desarrollado un método que descubre ideas de inversión. “Si generas buenas ideas y las gestionas de manera correcta, tendrás resultados positivos”, asegura.

Echó los dientes profesionalmente en Ibercaja y se hizo un nombre en el sector administrando el patrimonio del expresidente de Telefónica César Alierta, a través de su sicav Lierde. Ahora, en el neobanco del grupo Andbank, continúa perfeccionado su pócima mágica —”en la vida hay que evolucionar, y en la gestión también”— para pescar buenas rentabilidades en la Bolsa. Y para ello aplica un sistema del que no se desvía un milímetro. Un sistema con tres fases.

La primera parte del método es el filtro de compañías. Un tamiz que no pasa cualquiera. Cotizar a precios atractivos es un requisito necesario, pero no suficiente. “Me gustan las empresas con dueño, es decir, con un accionista de referencia que me acompañe y se juegue su dinero”, desgrana. “También compañías con un ROE [rentabilidad financiera] que supere en 300 puntos básicos el coste del capital, con poca deuda y que prefieran reinvertir los beneficios antes que pagar demasiados dividendos”, añade.

Una vez hecha la selección de valores llega la segunda fase, a la que ha definido como la “teoría de las derivadas”. Val-Carreres cree que, más que los ciclos económicos, lo que de verdad determina la evolución del mercado son las grandes tendencias estructurales promovidas por los cambios tecnológicos. Y él, en lugar de tratar de detectar el caso más claro de éxito en cada punto de inflexión de la historia, prefiere apostar por los actores secundarios que los hacen posibles. “Le pongo dos ejemplos”, avanza. “Amazon es el ganador del bum del comercio electrónico, pero cuando esta forma de distribución empezaba nadie podía saberlo. Lo que sí se podía intuir era que estábamos ante un cambio de paradigma en el consumo. Eso me llevó a apostar por las compañías de cartón, debido al aumento de la demanda de embalajes que se avecinaba, y de transporte”, explica.

Inteligencia artificial y energías limpias

Cuando llegó la covid, empleó la misma lógica. “La tentación era apostar por la farmacéutica que fuera capaz de desarrollar una vacuna, lo cual era como lanzar un tiro al aire. Por eso, sabiendo que la pandemia iba a traer cambios claros en los hábitos de las personas, invertí en fabricantes de autocaravanas, de material para gimnasios o de muebles de cocina”, resume.

El próximo movimiento tectónico en la economía viene a lomos de la inteligencia artificial (IA) y las energías limpias. Y, de nuevo, Val-Carreres despliega su olfato para detectar outsiders y trazar conexiones en la sombra. “La IA es superintensiva en energía. Por eso, la transición energética es la forma más inteligente de tener exposición a la IA con menos riesgo”, argumenta.

Después de aplicar el filtro y las derivadas, llega la tercera fase del método: la gestión del riesgo. La cartera de su fondo está invertida sobre todo en compañías europeas de pequeña capitalización —reconoce sin pronunciar la palabra maldita, burbuja, que la valoración de los grupos tecnológicos estadounidenses se empieza a ir de las manos—, y eso implica una volatilidad más alta. Con el fin de domar los vaivenes de las cotizaciones —y evitar que los clientes se asusten y se terminen marchando— aplica dos criterios aparentemente contradictorios: diversificación y concentración. Para lograr la diversificación, su fondo suele tener en cartera entre 25 y 30 valores; para conseguir la concentración, las 10 primeras posiciones de la cartera deben suponer el 40% del volumen total del fondo, pero de forma individual ninguna debe de superar el 5%. Otra premisa innegociable es la liquidez: si vienen mal dadas debe de ser capaz de deshacer sus posiciones en pocos días.

MyInvestor Value administra 35 millones de euros. Desde el lanzamiento del vehículo en noviembre de 2021 la rentabilidad supera el 15% y, actualmente, las principales posiciones en su cartera son Verbio, Roche, Logista, Nokia, Billerud, Plastic Omnium y Veralia.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.
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