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Popeyes: por qué el pollo marinado de Luisiana conquista España

La cadena de comida rápida cerrará 2022 con 82 restaurantes en nuestro país y unos ingresos de 60 millones de euros

Popeyes España
Ignacio Sedano, director de Popeyes en España y Portugal.INMA FLORES (EL PAIS)

La marca de comida rápida basada en el pollo Popeyes Louisiana nada tiene que ver con el marinero de dibujos animados al que las espinacas daban poderes hercúleos. Aunque sí proviene del mismo país, Estados Unidos. Concretamente, de Nueva Orleans, donde hace 50 años se creó esta cadena que cuenta en Estados Unidos con 3.000 restaurantes a base de ofrecer pollo marinado y rebozado al estilo de Luisiana. Es una las marcas de Restaurant Brands International (RBI), gigante del fast food propietario también de Burger King y de Tim Hortons.

El desembarco de Popeyes se produjo en España a finales de 2019, justo antes del estallido de la covid, a través de RBI Iberia, la empresa que explota en exclusiva estas cadenas rápidas de alimentación en España y que desde hace un año es propiedad del fondo de capital riesgo Cinven, que pagó por ella 1.000 millones de euros.

La velocidad de implantación de esta cadena de hamburguesas, nuggets, tiras y alitas de pollo ha sido más propia del correcaminos. Ignacio Sedano, director general de Popeyes para España y Portugal, explica que ya cuentan con 30 restaurantes en Madrid y 78 en toda España. El objetivo es terminar 2022 con 82 restaurantes y abrir otros 40 en 2023 para acabar el próximo curso con 122 establecimientos y la creación de 3.000 puestos de trabajo. “El objetivo es llegar a ser la marca número uno en pollo, con un primer hito de apertura de 200 establecimientos”, explica.

También las ventas han tenido una evolución ascendente. Este año, la compañía prevé una facturación de 60 millones de euros y espera alcanzar los 100 millones el próximo ejercicio. Y para ello, la inversión en locales y marketing ha ido creciendo desde los 10 millones en 2020, los 30 millones en 2021 y los 40 millones en 2022. Sedano adelanta que para 2023 la inversión mínima a realizar será de 40 millones, “aunque probablemente se mueva entre los 45 y 50 millones, incluyendo formación de empleados y digitalización de la marca”. El dinero de este plan de expansión sale de sus propios socios y de los franquiciados. El 80% de los restaurantes los explota en propiedad RBI Iberia. “Este elevado porcentaje da confianza a nuestros franquiciados porque tenemos sus mismos problemas. Queremos mantener este porcentaje en las aperturas de 2023. La financiación en un principio surge del propio grupo y luego se irá también autofinanciando con el negocio generado”, explica Sedano.

Popeyes ha tenido resultado positivo en los tres años que lleva operando en España. Su director general no revela las ganancias anuales, pero da una pista: sus franquiciados tienen que recuperar su inversión en un plazo de cinco años. La inversión de restaurantes en versión chalet independiente es de media de 1,3 millones de euros, mientas que en locales en los bajos de un edificio ronda los 700.000 euros. “Nuestra política es tener pocos franquiciados, pero buenos y que abarquen una zona grande. Por ejemplo, seis de nuestros franquiciados controlan 15 restaurantes. La idea es que el franquiciado realice cuatro o cinco aperturas de Popeyes”, explica el directivo.

RBI Iberia es un master-franquiciado de RB Internacional y la estrategia está separada dentro del grupo, pero existe una estrecha colaboración. España es el tercer país del mundo en número de restaurantes Popeyes tras Estados Unidos y Turquía. RB Internacional tiene previsto iniciar su andadura con Popeyes en Suiza, el Reino Unido y Francia. “España, como punta de lanza del mercado europeo, está participando en la formación del personal que abrirá los nuevos restaurantes en Europa. También estamos aportando en la imagen de la marca, la digitalización para el reparto domiciliario, la creación de una plataforma para niños o la elaboración de recetas propias como el pollo a la plancha que solo se ofrece en España”, indica Sedano. Como ejemplo del peso del mercado español, el directivo destaca que en 2024 se celebrará en Madrid la primera convención internacional de Popeyes.

Repartidores propios

Al igual que ocurre con Burger King, una de las peculiaridades de Popeyes es que el reparto a domicilio se realiza con repartidores propios. “La idea es controlar el producto. Buscamos calidad en el servicio; aunque el cliente lo pueda solicitar a través de otros agregadores, siempre lo vamos a llevar nosotros”, indica Sedano.

Aunque numerosos restaurantes de comida rápida ofrecen pollo (cadenas de hamburguesas, pizzas…), el competidor directo y más importante es KFC (pollo al estilo Kentucky), que cuenta con unos 200 restaurantes en España. “Nosotros ofrecemos una elaboración diferente del producto y siempre con producto fresco, no congelado. Y nuestra peculiar receta del pollo de Luisiana”, argumenta el directivo. “Lógicamente, nuestros proveedores son nacionales de Valladolid, Navarra y Cataluña. Queremos ofrecer un producto superior frente a los competidores a precio de mercado, con nuestra propia receta de marinado (de 12 horas, sin conservantes ni aditivos) y rebozado. Como aceites de fritura usamos el girasol junto a orujo de oliva. Nuestra filosofía es marca rápida de cocinado lento”, añade el ejecutivo.

La subida de los costes es otro de los retos para el mundo de la restauración. Energía y materias primas se han disparado. La carne de pollo se encuentra entre los productos alimentarios que más han subido en este año, con un 18,3% hasta el mes de octubre. “No podemos trasladar toda la subida a nuestros clientes. Nos adaptamos con menús ahorro. Lógicamente, el volumen de ventas es muy importante para conseguir no reflejar el alza en los precios. Este es también uno de nuestros grandes retos este año”, concluye Sedano.

Inteligencia artificial

Ignacio Sedano, director general de Popeyes, hace de guía durante la visita a las cocinas de uno de sus restaurantes tipo chalet en el sur de Madrid. Una hora antes de abrir al público, una decena de trabajadores se encuentran atareados para recibir a la clientela. Parece una especie de nave espacial toda de acero inoxidable con grandes refrigeradores que almacenan el pollo fresco, varias freidoras y rebozadoras que aprovechan hasta el último polvo del producto. Todo digitalizado con dos ventanas de pedidos para atender a los que van a comprar en coche y un control muy exhaustivo de los repartos domiciliarios. Lo que más llama la atención, casi al final de esta cadena de producción, es una pequeña pantalla digital con información generada por inteligencia artificial. Este sistema se encarga de ir avisando de la producción que debe ir realizando el restaurante de acuerdo con determinados parámetros, como si hay un partido de fútbol, día de la semana o la frecuencia de visitantes en momentos concretos del día. Todo pensado para que no se desperdicie nada. 


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